El juicio a Hubert Zafke, de 95 años, quien fuera enfermero del campo de concentración de Auschwitz se reanudó este lunes en Alemania, antes de volver a ser suspendido en medio de acusaciones de ser una “farsa” y un “espectáculo indigno”.
Zafke, un antiguo miembro de las SS, es juzgado desde el 29 de febrero por complicidad en el exterminio de al menos 3 mil 681 hombres, mujeres y niños judíos que murieron en las cámaras de gas a su llegada a Auschwitz, entre el 15 de agosto y el 14 de septiembre de 1944.
Pero hasta ahora los mismos hechos no han sido abordados, y el propio juicio pende de un hilo.
En esta quinta jornada de audiencia, que se inició a las 08H00 GMT (02H00 AM, hora de Guatemala), en Neubrandenbourg (noreste), Hubert Zafke llegó en silla de ruedas, conducido por uno de sus hijos, y asistió así a la breve audiencia. Sólo una veintena de personas estaban presentes en la sala, diez veces menos que en el precedente proceso nazi.
En la anterior audiencia, las partes civiles pidieron la revocación del tribunal. La demanda fue rechazada este lunes por el juez Klaus Kabisch. Y esta vez le correspondió a la fiscalía, en un ambiente glacial, solicitar por su lado la recusación de este mismo juez, al que acusa de parcialidad.
Sin el menor comentario, y tras poco menos de dos horas de audiencia, el juez la suspendió sin fijar fecha posterior para su reanudación, y dijo que el examen de estas demandas llevará “tres semanas”.
Desde hace meses, la salud del nonagenario acusado es objeto de una batalla de expertos. Cada vez que un médico lo considera apto, el tribunal solicita otra opinión.
¿Parcialidad?
El caso Zafke forma parte de una decena de juicios tardíos y solemnes todavía en curso contra antiguos miembros de las SS, pero que ilustran la voluntad de juzgar “hasta el último” de los criminales nazis después de décadas de un balance judicial muy criticado por cierta reticencia a emprender amplios procesos.
En Neubrandenbourg, pequeña localidad de la ex-RDA rodeada de lagos, este juicio tiene un cariz muy diferente, pues se ha convertido en una guerrilla que opone al juez, por un lado, y a las partes civiles y la fiscalia, por el otro.
“Las partes civiles han perdido toda esperanza de que un día se inicie bajo la presidencia de este juez un juicio que no sea una farsa”, escribieron la semana pasada sus abogados Thomas Walther et Cornelius Nestler.
“Muy pocas veces la justicia ha ofrecido un espectáculo tan indigno” destaca el semanario Der Spiegel, sorprendido por el contraste con los anteriores juicios a nazis, emotivos y densos.
Sin embargo, estos juicios se enfrentan al problema de la edad de los acusados, como en el caso de Zafke. Un exguardia de Auschwitz murió una semana antes de su juicio en abril, y una antigua telegrafista del mismo campo fue declarada no apta para ser juzgada.
Pero jamás el tema de la edad y la salud había envenenado tanto un juicio, como en este caso, y nadie sabe si el tribunal examinará un día los cargos que pesan contra Hubert Zafke.
Anna Frank
A falta de debate judicial, las escaramuzas entre acusación y defensa se han desplazado a la prensa, donde el abogado de Zafke, Peter-Michael Diestel, criticó un procedimiento judicial “humanamente preocupante” y “políticamente dudoso”.
En el período por el que se acusa a Zafke –que ingresó a los 19 años en la Waffen SS–, unos 14 convoyes de deportados llegaron a Auschwitz. En uno de ellos se hallaban Anna Frank, autora del célebre diario, sus padres y su hermana mayor.
La madre de la adolescente holandesa murió de agotamiento en Auschwitz. Las dos hermanas perecieron en Bergen-Belsen a principios de 1945.
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