En alguna ocasión nos hemos preguntado ¿cuáles y cómo son los rostros que elaboran la indumentaria de los pueblos indígenas, cuyos tejidos se han vuelto tendencia, incluso en el ámbito mundial?
Esa vestimenta es reconocida internacionalmente por su colorido, calidad y riqueza de las telas, y es, al igual que la agricultura, uno de los pilares de la economía, pues es fuente importante de empleo para las comunidades cuyos habitantes se dedican a este oficio.
De acuerdo con la Asociación Guatemalteca de Exportadores, la producción textil es la mayor rama artesanal del país. Para este arte se usan antiguas técnicas, como el telar de cintura y de pedal, manejado por prodigiosas personas.
Varones tejedores
Aunque se cree que es exclusivo de las mujeres, decenas de hombres también se dedican a este arte ancestral y están decididos a mantener esta tradición. Este es el caso de Carlos Joel Chiroy Yucuté, de Santiago Sacatepéquez, quien aprendió ese oficio al lado de su madre, a la edad de 5 años.
Él es uno de los cuatro varones tejedores del lugar, que luchan por mantener vivo ese legado, el cual forma parte de la historia del país. “Al terminar mi bachillerato trabajé por un tiempo en una empresa, pero luego me dediqué a elaborar güipiles que se usan en esta región”, manifiesta.
Esa labor le ha traído tanta suerte y éxito a este emprendedor que expandió su fábrica; ahora es atendida por 12 mujeres aprendices de la técnica de cintura.
Al recordar las enseñanzas de su progenitora, menciona que siempre le ponía empeño a esa labor, pues en ella se entrelaza la cultura maya kaqchikel, pero no fue fácil, porque existía mucha estigmatización sobre quién debería hacerla.
“Ahora tenemos un poco más de aceptación en comparación con otros años, ya que antes no veían correcto que un hombre realizara actividades propias de la mujer”, resalta el microempresario.
En relación con la propiedad intelectual de los diseños y tejidos ancestrales, el entrevistado expresa que se debe proteger por medio de una patente, con el fin de impedir que las empresas se adueñen de ellos. “A veces desconocemos el significado de nuestro trabajo, es un legado que nos han heredado nuestros abuelos”, finaliza.
Chiroy participa en las actividades y reuniones de la Asociación Femenina para el Desarrollo de Sacatepéquez, la cual está conformada por no menos de 250 tejedoras de los departamentos aledaños a dicho lugar, que luchan por el rescate y reconocimiento de los conocimientos ancestrales colectivos.
Josefina Con, representante de la entidad en mención, explica que el 1 de junio se presentó una acción de inconstitucionalidad por omisión de normas para proteger la propiedad intelectual colectiva sobre las indumentarias indígenas.
“Estamos pendientes de que por mandato de la Corte de Constitucionalidad los diputados puedan dar seguimiento a la iniciativa que se encuentra en el Congreso de la República”, puntualiza.
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