Las empresas se dejan llevar por estereotipos sin ver las capacidades.
Recientemente se conmemoró el Día Internacional de la Juventud, oportunidad que se aprovechó para presentar la situación de las personas jóvenes en el mundo. Pero más allá de lo que indican las estadísticas, que evidencian su limitado acceso a oportunidades de participación en el desarrollo de sus países, es importante conocer sus opiniones y vivencias.
En una página web etiquetada “La juventud opina”, una joven se refiere a su experiencia solicitando trabajo después de terminar su ciclo en la universidad.
Después de varias entrevistas en las que le dijeron que la iban a llamar y de abrir todos los días su correo electrónico sin encontrar comunicación alguna de las empresas a las que había enviado aplicaciones de trabajo, por fin la llamaron de otro lugar, pero después de decirle que era buena para el puesto terminaron indicándole que su condición de joven estudiante no le ayudaba para obtenerlo. Comentando con su abuela la situación, esta le dijo que las empresas no confían en las personas jóvenes porque a esa edad tienden a dejar los trabajos rápidamente por cualquier causa. Pero ella pensó que no está bien que un empleador cuestione a sus candidatos a empleados por lo que “la mayoría de los jóvenes hacen”, y juzgar a las personas antes de emplearlas.
La joven concluye la narración de su experiencia escribiendo: “Yo entiendo y comprendo que una empresa necesita gente dedicada y comprometida, que no les deje el trabajo tirado a medio proyecto millonario, pero causas van y causas vienen, por lo tanto, si ven que alguien les sirve para el trabajo, hay que tomar a esa persona, hay que arriesgarse un poco a ver si es como ‘la mayoría de los jóvenes’ o es una persona que se compromete con los proyectos en los que se ve envuelta”.
Su historia no es ajena a la de la mayoría de las personas jóvenes de Guatemala, que quieren estudiar y trabajar o que concluyen sus estudios de secundaria o universitarios y no encuentran empleo porque en las empresas se les rechaza por carecer de experiencia (¿cómo van a obtenerla si nunca les dan la oportunidad?), o en muchos otros casos debido a que se dejan llevar por los estereotipos, pensando que por su edad son irresponsables o, lo que es peor, porque viven en áreas que presentan altos índices de delincuencia.
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