Se desconoce si su estrategia es para promover el rechazo de los posibles votantes o catapultar a su rival.
A casi tres meses de las elecciones en Estados Unidos de América, la campaña electoral por conquistar la primera magistratura de esa nación ha marcado por un lado la apatía y el desencanto del pueblo estadounidense en las principales figuras a ocupar esa presidencia. Y, por el otro, las insensatas y contradictorias declaraciones del magnate Donald Trump, candidato de los republicanos, que más pareciera que construye la plataforma ideal para su adversaria Hillary Clinton, que cobra acentuada notoriedad en las encuestas, derivado de las evidentes inconsistencias del excéntrico millonario.
En ese sentido, se desconoce si su estrategia es para promover el rechazo de los posibles votantes o catapultar a su rival en los comicios. Si bien la candidata demócrata no cautiva a los electores ni llena las exigentes expectativas de los americanos, es indudable que será la opción por la cual se terminarán inclinando. Toda vez que Trump, con sus actuaciones, hace lo imposible por colocarle antes de tiempo la banda presidencial, pues es sabida la serie de errores cometidos desde su nominación misma que le han restado popularidad y agrandado la animadversión.
Además, se ha echado en contra a la comunidad hispana al insultarlos llamándolos “criminales y violadores” y de expresar en más de una oportunidad que al momento de asumir la presidencia deportará a millones de inmigrantes que se encuentran con estatus migratorio irregular.
No por casualidad, las bases republicanas argumentan que las extravagancias del magnate cada vez suben más de tono rayando en lo ridículo y que padece desequilibrio mental. Prueba de ello, el desacertado comentario acerca de que si es o no divertido estar cerca de un niño que llora. No cabe duda de que cava su propia tumba electoral, pues ha construido una marca política que cada día lo aleja de la Casa Blanca, diciendo cualquier exabrupto sin detenerse a pensar en qué lugar y en qué momento lanza sus accidentadas y desatinadas palabras. Los mismos ataques e insultos contra los latinos, que impulsaron y sostuvieron momentáneamente su candidatura, seguramente serán los que terminen con sus aspiraciones presidenciales. ¿Qué se puede esperar de alguien que primero profiere agravios y posteriormente ofrece, como que nada hubiese sucedido, cumplir con las demandas del país más poderoso del mundo?
¿Tendrá la remota idea el señor Trump de lo que significa humildad, sencillez y espíritu de servicio, que son las características de un verdadero servidor público? Sobre todo para una nación y una cultura tan diversa. ¿Habrá dimensionado el tratamiento que tendrá que darle a temas como la seguridad nacional e internacional, la migración, la distribución de drogas ilegales y su alarmante consumo y adicción? Hay tantas dudas y preguntas que quedan en el ambiente comicial que viven los estadounidenses. El mundo está a la espera de lo que acontecerá con el polémico candidato norteamericano, que lo único que ha hecho es derrochar arrogancia y que, a mi parecer, tampoco le toca.
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