Morgan Freeman tiene fama de ser duro con la prensa: serio y un poco locuaz, pero a veces se relaja y muestra su lado más humano, incluso demasiado. Un ruidoso eructo rompe el silencio que reina en la sala donde un grupo de periodistas le espera en un hotel de Beverly Hills para hablar de su más reciente película, Ben-Hur.
“Perdón, es que acabo de comer guacamole”, explica en son de broma el actor de 79 años, ganador de un óscar por su rol secundario en Million Dollar Baby y nominado a otras 4 estatuillas doradas.
Desde su primera aparición en la gran pantalla en 1964 con The Pawnbroker, ha rodado 79 cintas, que han amasado no menos de US $4 mil 300 millones (equivalentes a Q32 mil 250 millones) en la taquilla mundial. Incluso, es más que el Producto Interno Bruto de 10 países africanos juntos y lo mismo que han recaudado los filmes de Al Pacino y Robert de Niro.
El guion, la base
Los críticos afirman que su mejor trabajo fue en The Shawshank Redemption (1994), pero su filmografía también incluye obras maestras como Se7en (1995), de David Fincher, e Invictus (2009).
Ahora presenta Ben-Hur, la versión de Timur Bekmambetov sobre la novela de Lew Wallace (la adaptación más famosa es el de William Wyler de 1959, protagonizado por Charlton Heston). En esta entrega, Jack Huston es Judah Ben-Hur, Tobby Kebell es Messala Severus y el brasileño Roberto Santoro es Dios. Freeman interpreta al jefe Ilderim.
El histrión no esconde su escepticismo acerca de la existencia de Dios. De hecho cree que la humanidad lo inventó. Pero considera que una película tan religiosa como esta merece ser contada distintas veces. “Hay muchas cosas buenas en esta historia que de alguna manera nos educan: la idea de redención, tolerancia, perdón y amor. Todas estas nos hacen querer ser mejores personas”, apuntó.
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