Los contratiempos se multiplican entorno al estadio de futbol de San Petersburgo, cuyas obras están paradas, lo que ha forzado la intervención del Gobierno para buscar una solución al campo de juego que debe acoger una semifinal del Mundial Rusia 2018.
Con 68 mil asientos, un techo retráctil y aspecto de platillo volador, situado en una isla al oeste de San Petersburgo, frente al golfo de Finlandia, el estadio comenzó a construirse hace 10 años.
Pero, desde mediados de julio, los trabajos del recinto han sido suspendidos y probablemente no se reanudarán hasta finales de agosto, fecha anunciada por Metrostroi, la nueva empresa encargada de las obras, la cual se compromete a terminar la construcción por una cantidad de 74 millones de euros (Q620.12 millones).
La sociedad prometió que acabará con la obra antes del 26 de diciembre, fecha prevista por la anterior constructora.
En julio, Injtransstroï-SPB decidió suspender la edificación al acusar al Consistorio de retrasos en los pagos por 13.9 millones de euros (Q116.482 millones) y de no aumentar el presupuesto del estadio en 59.9 millones de euros (Q501.962 millones).
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