Para pagar aguas gaseosas en la cafetería Don Polito en Quito, Alejandra Arias no usa monedas, ni billetes, ni tarjetas bancarias: solo pulsa una tecla de su celular.
“Es más cómodo, además, no se necesita cambio (sencillo)”, comentó la estudiante universitaria, mientras recibe en la pantalla de su dispositivo la confirmación de pago por US $1.95 (Q14.66) al número del establecimiento.
La joven es una de las pocas usuarias del dinero electrónico en Ecuador, una forma de pago por el móvil que el Gobierno promueve.
“La mayoría de ciudadanos tiene un dispositivo aunque no tenga una cuenta en una institución financiera. El dinero electrónico aporta disponibilidad para todos, bajos costos, total interconexión, seguridad, evita falsificaciones y promueve la agilidad de las transacciones”, explicó Diego Martínez, gerente del Banco Central.
El sistema está en una etapa inicial, limitado a micropagos. Hasta el 8 de agosto, había 133 mil 728 cuentas abiertas y un monto total de transacciones que rondaba los US $1.7 millones (Q12 millones 700 mil).
“En el país habrá un monopolio, las cuentas y el dinero van a estar depositados en el Banco Central. Todavía está manejando montos muy pequeños, pero en la situación de iliquidez que estamos viviendo, es una herramienta que puede desbancar y servir para financiar el déficit fiscal”, comentó el economista Alberto Acosta.
En contraste
“Si el sistema se empieza a masificar y se comienzan a pagar sueldos públicos a cuentas en dinero electrónico de personas sin pasar por el sistema financiero, ahí se estaría quitando liquidez a los bancos”, aseguró Julio José Prado, presidente de la Asociación de Bancos Privados.
“No es una moneda adicional, sino un medio de pago, como las tarjetas de crédito. Esto está completamente respaldado por los depósitos que hicieron los ciudadanos o la entrega de dólares físicos con los que se precargaron en el celular”, explicó Martínez.
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