Un año después de la sorpresiva decisión del Banco del Pueblo Chino (PBOC, banco central) de devaluar el yuan, que sacudió a los mercados, esa moneda sigue perdiendo valor, pero sin generar preocupación, ni atraer a los especuladores.
El país asiático permite un margen de fluctuación diaria de su divisa de un máximo de 2 por ciento, una manera de mantenerla bajo control, y se cotiza 6.64 por un dólar (Q7.53), su nivel más bajo desde hace 6 años.
“La norma ahora es una depreciación gradual que no sacuda los mercados de cambios y que no afecte la moral de los inversores”, manifestó Wei Yao, analista del banco francés Société Générale.
“Transcurridos 12 meses, los inversores parecen un poco más relajados en relación a las fluctuaciones del renminbi”, el otro nombre del yuan, destacan expertos del Gabinete Capital Economics.
Reacción
El banco central intenta mejorar su comunicación enviando breves avisos. Su discreto gobernador, Zhou Xiaochuan, sacó la cara en febrero y aseguró que no existía ningún fundamento para una depreciación persistente.
Desde hace un año, la institución utiliza sus abundantes reservas de cambio para adquirir yuanes, con el objetivo de apuntalar el valor de su divisa. Pekín también reforzó las restricciones para evitar la salida de capitales.
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