domingo , 24 noviembre 2024
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Los acuerdos del diálogo

Respetemos a los demás. No hay que olvidar que el derecho de cada uno llega donde principia el del otro.

Es cierto que el conflicto es parte de la democracia, siempre que este no llegue a la crisis, porque resultan afectados ciudadanos que probablemente tienen muy poco que ver con el problema que genera la protesta. En este espacio hay que recordar que el Estado somos todos. Algunos creen que salir a las calles o tapar carreteras, son las acciones más idóneas para presionar al Gobierno en el cumplimiento de la petición de sus necesidades, no se dan cuenta de que el daño es general, afectan la economía y el desarrollo del país, en el que también ellos están inmersos.

El manifestar es un derecho constitucional. La misma Ley lo respalda. Siempre que no se dañe a terceros. Todo se puede hacer con la ayuda de los demás. Las Gobernaciones Departamentales reciben la notificación y la solicitud para la protección perimetral de los manifestantes y que todo se lleve a cabo en paz.

Hay plazas públicas apropiadas para la concentración de personas que manifiestan su repudio o exigen acciones. Las personas ajenas al funcionariado político público tienen que conformarse con aceptar esas medidas que atropellan el diario vivir de todos.

No es justo que la economía informal, las necesidades de los pequeños y medianos empresarios que trasladan productos, las familias que llevan enfermos, se vean afectadas por la actitud de un grupo de guatemaltecos inconsecuentes, que por malos liderazgos asumen comportamientos rechazados por la población y que, al final, es nada lo que se puede hacer con los pocos recursos que hay, y así, seguirá por muchos años, hasta que todos reaccionemos por mejorar nuestras condiciones y respondamos como verdaderos ciudadanos.

El conflicto es parte de la democracia, es la manera de hacerse notar, pero no es la forma de perjudicar a los demás, por ejemplo, los bloqueos. Por suerte en Guatemala se fortalece la cultura de diálogo, ya se busca como la alternativa para lograr fines y objetivos. Es el ejercicio para buscar las rutas de posibles acuerdos y soluciones, las que al final se deben respetar por las partes, porque sin ellas, el ejercicio no tendría sentido. Ahora bien, los problemas estructurales de años tampoco se van a solucionar en semanas. Ese es el momento en que se debe actuar con madurez y voluntad política. No exigir más de lo que se puede hacer.

Se respetan las manifestaciones y las protestas, en algunos casos, niños, jóvenes y ancianos se han unido a ellas, como las del año pasado. Mantienen viva la llama de la democracia, pero también utilicemos las mesas de diálogo para discutir nuestros problemas.

Siempre pensemos en los demás, no dañemos a personas que nada tienen que ver con problemas particulares. Cada quien lleva su cruz como para cargar la del vecino. Respetemos a los demás. No hay que olvidar que el derecho de cada uno llega donde principia el del otro.


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