El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, condenó el acto terrorista de ayer en un nosocomio de Pakistán, y consideró particularmente abominable el hecho de que fuera dirigido contra un grupo de personas en duelo.
El atacante apuntó a no menos de 200 personas reunidas frente al Hospital Civil de Quetta (suroeste), quienes expresaban su dolor por el asesinato perpetrado, pocas horas antes, de un abogado de la región. Ki-moon instó al Gobierno a hacer lo máximo posible para llevar ante la justicia a los responsables del ataque. Una facción de los talibanes de ese país, Jamaatul Ahara, vinculada a la célula paquistaní Tehereek-e-Taliban, reivindicó el atentado en un correo enviado a los periodistas. Además, un portavoz de la agrupación amenazó con más acometidas “hasta que se imponga un sistema islámico en esa nación”.
Inmolación
El suicida se hizo explotar en medio de una multitud congregada en señal de respeto frente a la casa de salud. El estallido produjo una carnicería en la entrada de la sala de urgencias. “El balance alcanzó los 70 muertos y 112 heridos”, señaló a la prensa el doctor Masood Nausherwani, jefe de los servicios de salud de la provincia de Baluchistán.
Los cuerpos yacían en medio de un mar de sangre y de trozos de vidrio; y los sobrevivientes, en estado de conmoción, trataban de reconfortarse mutuamente, indicó el reportero de la AFP. Muchas de las víctimas vestían traje y corbata.
Se trata del segundo ataque más letal cometido en Pakistán este año, después de la arremetida que en marzo mató a 75 personas, entre ellas niños.
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