La conversación en torno a la estatura puede parecer eminentemente estética, pero atraviesa otro tipo de cuestiones biológicas, sociológicas y políticas.
Hace un par de días, los resultados de un estudio realizado en Londres sobre la estatura promedio de hombres y mujeres en el mundo, no pasaron desapercibidos: resulta que las mujeres guatemaltecas son las de menor estatura en el mundo, con un promedio de 149 centímetros de alto. Somos “pequeñas”.
Entre los comentarios y reacciones, algunos aludían a los temas de inequidad y desigualdad, un poco en la línea de la campaña The Girl Effect, que señalaba en su momento la importancia de invertir en las niñas, y es que las formas de violencia estructural se objetivan constantemente en el cuerpo de las mujeres: los temas de acceso a la alimentación, educación, salud sexual y reproductiva, entre otros, impactan en el desarrollo físico de las niñas guatemaltecas.
En muchas partes del país, donde la comida es escasa, se privilegia la alimentación de los hijos varones; además de ser común que las adolescentes y niñas se casen y sean madres a muy temprana edad, cuando sus cuerpos no están preparados para nutrir otra vida, una correlación de hechos que en términos muy generales ilustra un círculo vicioso de inequidad.
Además de las consideraciones materiales, las valoraciones subjetivas también importan. Entre los comentarios a dicho hallazgo, uno de los interlocutores cuestionaba por qué las mujeres guatemaltecas siempre quieren un “novio alto” (cabe mencionar que según el estudio, los hombres guatemaltecos no son los de menor estatura entre los países analizados), por lo que, argumentaba, “todas pueden tener un novio alto”.
Me parece que en algún momento muchos hemos escuchado la frase en cuestión, incluso creería que muchas las hemos dicho alguna vez, sin conciencia plena de su significación. Recuerdo haber leído a un autor que teorizaba sobre la construcción del cuerpo masculino en torno a la idea del hombre alto, fuerte, protector y proveedor.
La conversación en torno a la estatura puede permanecer muy superficial, al final pareciera ser una cuestión eminentemente estética, pero atraviesa otro tipo de cuestiones biológicas, sociológicas y políticas.
Más que un “novio alto”, yo quiero que mis expectativas sean altas, y que mis posibilidades reales de alcanzarlas sean altas, pero no solo las mías, las de mi hermana, las de mis amigas y las de aquellas que han sido menos afortunadas.
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