Volando día y noche, sin causar ruido o polución, ni utilizar otro combustible que no fuera la luz del Sol, el avión Solar Impulse 2 (SI2) terminó ayer su histórica vuelta al mundo, una hazaña que abre nuevas perspectivas tecnológicas.
“Es algo tan apasionante volar en una nave que no hace bulla y no genera contaminación”, declaró el explorador y médico suizo Bertrand Piccard de 58 años, durante una conferencia de prensa. Hijo y nieto de una familia de científicos y aventureros, el piloto también expresó: “Se cree que se trata de ciencia ficción, pero es la realidad de hoy”.
“Quisiera que recuerden: más que un triunfo de la aviación, SI2 es un logro en la historia de la energía. Hay soluciones. Hay tecnologías. No aceptemos que el mundo sea contaminado porque la gente tiene miedo de pensar de otra forma”, destacó.
“El futuro es limpio. Es ahora. Vayamos más allá” dijo el piloto, cuyo abuelo fue el primer hombre en llegar a la estratósfera y su padre, el primero en alcanzar el punto más profundo de los océanos. En conferencia le acompañó su par André Borschberg, con quien logró el reto.
Misión cumplida
La aeronave aterrizó el martes en Abu Dabi a las 4:05 GMT, (22:05 del lunes, hora de Guatemala) y finalizó la última etapa de su periplo, luego de despegar el domingo en El Cairo, Egipto. Pese a ser de madrugada, una multitud se congregó en el aeropuerto Al Bateen (reservado a vuelos privados), para recibirlo con gritos y aplausos.
Para este último trayecto de 2 mil 763 kilómetros, el SI2 requirió de 49 horas de planeación ininterrumpidas, almacenando energía en el día con sus paneles solares, las baterías a bordo para continuar el viaje. Respecto del suceso, el secretario general de la Organización de Naciones Unidas Ban Ki-moon expuso: “Es un día histórico para ustedes y la humanidad”, en una conversación con Piccard antes del aterrizaje y transmitida en directo.
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