Kabul vivió hoy una jornada de duelo y enterró a los muertos del peor atentado en 15 años, un ataque reivindicado por el grupo Estado Islámico (EI), que golpeó en la víspera una marcha de la minoría chiita hazara y dejó 80 muertos.
Numerosas personas pasaron la noche en vela, en medio de charcos de sangre, en la plaza DehMazang, rebautizada plaza de los Mártires por el presidente Ashraf Ghani en homenaje a las víctimas del doble atentado suicida, que dejó también no menos de 230 heridos.
Familiares de sobrevivientes se agolpaban frente al hospital Istiqlal, el más cercano al lugar de la matanza, en espera de noticias sobre sus allegados.
En la mezquita Mazari, en la misma zona, las autoridades extendieron una inmensa bandera afgana llevada por los manifestantes, sobre la que colocaron pertenencias de los fallecidos: zapatos, ropa, chales ensangrentados, frente a los cuales las personas estallaban en llanto y expresaban su desesperación.
En una colina cercana, en el cementerio adyacente las tumbas fueron excavadas con pala y también con retroexcavadoras para poder recibir a las víctimas envueltas en la mortaja tradicional.
“Las filas de hombres y mujeres afganas que se ofrecen para donar sangre para sus compatriotas heridos es un signo conmovedor de la resiliencia y la solidaridad del pueblo afgano frente a esta violencia espantosa”, dijo la Organización de las Naciones Unidas.
El organismo calificó la matanza como un crimen de guerra, mientras que el Casa Blanca condenó el ataque como un atentado cruel, todavía más despreciable aún por el hecho de que golpeó una manifestación pacífica.
Con información de AFP.
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