Tan impresionante como su calidad y belleza es su deterioro.
Aún falta para el 2 de noviembre, pero aprovechando una visita a la ciudad de Quetzaltenango y a su cementerio es imperativo escribir algunas líneas sobre la decadencia y la tristeza que se respira en este patrimonio de los guatemaltecos, al que como a tantos otros, se está dejando morir.
Al no más trasponer el centenario pórtico del recinto, de cantera marrón, delicadamente tallado y su reja de forja, un sentimiento de congoja se apodera del visitante. No es el miedo a la muerte, ni los mensajes aleccionadores contenidos en plaquetas, se diría que es más el aspecto lúgubre que se percibe en la necrópolis.
La tumba de la Vanushka (la gitana que murió de amor) recibe a los curiosos con su multitud de frases pidiendo por el amor extraviado. Tumbas primorosamente talladas en piedra, lápidas importadas a finales del siglo XIX y principios del XX, esculturas traídas de Génova, colosales monumentos de mármol de Carrara, algunos incluso con inscripciones en italiano; la tumba de los Rosales, Calderón, Bolaños, Mora, Aparicio, Estrada Cabrera y un largo etcétera; así como el camposanto alemán, causan en el curioso una impresión sobrecogedora.
Pero tan impresionante como su calidad y belleza es su deterioro y la agresión de la que ha sido víctima, sin que nada ni nadie se haya percatado de la riqueza patrimonial que se ha perdido y que seguirá esfumándose, como el humo de la vela que arde sola en el rincón de alguna tumba. Esculturas decapitadas, mutiladas, sucias; mausoleos abandonados, rejas destrozadas, basura y naturaleza que invade los monumentos; todo un cuadro de película de terror.
La riqueza histórica del lugar, originada por la importancia de la ciudad en la formación de la burguesía comercial del siglo XIX y principios del XX hizo que la idea de trascendencia, ligada a la espiritualidad occidental, fuera formando un conjunto de extraordinaria importancia artística, muy similar al camposanto de la zona 3 de la ciudad de Guatemala. El cementerio de Antigua Guatemala, con menos presencia de escultura, es otro buen ejemplo de necrópolis patrimoniales.
Cuando se acerque noviembre, algo de decoro recuperará, con ligeros maquillajes en las partes más visibles, a la espera que alguna autoridad y los guatemaltecos en general tomen conciencia de la importancia de la conservación y divulgación de este patrimonio que está al borde de la muerte.
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