Francia, país de los valores patrios de la libertad, igualdad y fraternidad. Ahora con la excepción que peligra uno de sus pilares, la libertad.
El terrorismo, como bien lo dice su concepto, ha logrado sembrar incertidumbre, sí ha cambiado el escenario europeo, principalmente en Francia, donde el temor sobre la libertad y la seguridad de los franceses, y turistas, es un tema a la orden del día. Como era de esperarse, los precios se desplomaron en el sector turístico debido a la percepción creada por los hechos que han ocurrido en plena capital y ciudades turísticas en Francia.
La migración en Europa no es un fenómeno actual, solo que ahora se le ha puesto más atención debido a la globalización e inmediatez de la información. En Francia, no se distingue entre ciudadanos inmigrantes o no inmigrantes a la hora de establecer las políticas de ayuda social, igual que en Alemania, aunque pareciera que los ciudadanos cada vez más se quejan que el servicio social sea aprovechado por personas que no tributan, allí un malestar, pero no será el tema de esta columna. Por tanto, es difícil saber quién da o recibe qué del sistema de asistencia.
Otro prejuicio es que los inmigrantes traen violencia, un estudio del criminólogo Christian Walbug mostró que la violencia tiende a tener origen en la exclusión social por encima del origen geográfico de los delincuentes. En resumen, concluye que los programas sociales de reinserción deben ser fortalecidos para prevenir focos de violencia. Volviendo a Francia, el islam es la segunda religión con más de 5 millones de fieles, más de un 7 % de la población. Y según los análisis de los noticieros, los atacantes son nacidos en Francia, de la segunda o tercera generación de origen inmigrante. Muchos de estos jóvenes musulmanes no están integrados, viven excluidos en les bâtiments collectifs, edificios multifamiliares de ayuda económica en los suburbios. Una gran proporción de ellos no encuentra trabajo, no se puede integrar por las barreras culturales o la crianza conservadora, sumados a los límites en el idioma, este fenómeno construye colectivos donde el radicalismo apela a sus sentimientos y fortalece su autoestima.
Me atrevo a escribir que podrían hasta interpretar la guerra contra el Yihad como injusta, y que atenta a supuestos valores culturales de su religión, aunque todos sabemos y conocemos que todas las religiones tienen la paz como elemento y pilar fundamental.
Ser joven y excluido es una bomba de tiempo. La frustración solo encuentra alivio en una colectividad identificada entre sí, por esa razón más que prejuicios hay que innovar en las políticas sociales, lograr más beneficios de impacto social que más carga tributaria para administración.
Ese es un reto para muchos países, incluso Guatemala. Lo que sucede en Europa, que está al asecho del terrorismo, únicamente podrá encontrar su solución europea.
En Guatemala, al ser un país de tránsito y de origen de la inmigración hacia Estados Unidos, nuestros problemas son diferentes, aunque los inmigrantes comparten un lema en común: se prefiere migrar para sobrevivir que vivir aquí para morir.
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