Es el resultado de la sociedad que ha sido moldeada a la indiferencia de los acontecimientos que golpean en sus paredes.
No podemos sustraernos de la emoción que causan hechos tan impactantes, la verdad que sí llegan al corazón, porque causan pena y angustia a muchas familias que pierden a sus seres queridos, como el caso del hombre que habló de la Biblia y compartió el Evangelio de Jesucristo desde el timón del autobús que manejaba y que fue abatido a tiros por no pagar la extorsión. Una jovencita se suicidó porque no soportó el maltrato físico, psicológico y la falta de amor de su madre, otras fueron capturadas por explotación infantil de sus propios hijos; mientras que otros casos de muerte violenta es por acción de pandilleros que causan zozobra, terror y horror.
Y esto es el resultado de la sociedad que ha sido moldeada a la indiferencia de los acontecimientos que golpean en sus paredes y estructuras y, aun así, permite la invasión que va en contra de todo principio. La promiscuidad de la mala crianza hace desaparecer todo vestigio de principio moral. La endeble embarcación viaja sin rumbo y golpeada por las embravecidas aguas deja a los jóvenes que se ahoguen por ignorancia, por desinterés, deja como resultado una sociedad prejuiciosa, malhumorada, irascible y propensa a la violencia. Por eso hay padres que descargan toda su ira en los hijos, padres sustitutos que no ven la oportunidad de dejar una huella espiritual en el corazón de sus hijas prestadas, sino las ven como objeto o botín sexual. Las cifras de niñas embarazadas aumentan y ¿de quién es la responsabilidad? De todos.
Como consecuencia de las relaciones amorosas sin profundidad, superficiales, temporales y breves no hay vínculo para el matrimonio, pero sí hay hijos sin calor humano, víctimas de los celos de los padres sustitutos que los golpean, maltratan y les sellan sus sentimientos y los rellenan de odio, frustración y sed de venganza que descargan en el prójimo. Por eso se dice que tenemos una sociedad fallida, porque no hay principios morales.
Dice la Biblia que el mundo está bajo el control del maligno, que ha venido a robar, matar y destruir, en el Libro de Santiago encontramos una porción bíblica que nos dice que lo resistamos y huirá de nosotros y que nos acerquemos a Dios para que Él se acerque a nosotros y cambiemos nuestro corazón de piedra por uno de carne para que la nación cambie.
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