En junio se otorgó el primer permiso de producción de derivados de la mariguana, y luego del anuncio, Alejandro Gavira, ministro de Salud, dejó claras las intenciones. “Colombia puede ser el ganador de este comercio emergente de artículos medicinales”, dijo al momento de asegurar que el Gobierno mantendrá abierta la competencia en el sector y entregará licencias a todas las firmas que cumplan con los requisitos, como el caso de la colombo-canadiense PharmaCielo. A estas ventajas institucionales se suman los beneficios naturales que ofrece la nación para la siembra, destacó.
El presidente de la compañía Federico Cock-Correa opinó a AFP que expertos contratados por la compañía encontraron que su nación tiene condiciones excepcionales para esa planta.
Cambio
“La región permite un excelente desarrollo de la planta bajo las condiciones climáticas, pues no requiere los invernaderos que se hacen en el norte”, aseguró el empresario, quien incursiona en el negocio en exportación de flores desde hace 30 años.
“En el tema no solamente técnico-ambiental, sino en el de costos, el territorio es supremamente competitivo por tener ya una industria establecida y trabajadores con conocimiento agrónomo. No hay sino que cambiar el tipo de flor y hacer la adaptación técnica hacia cannabis medicinal”, explicó.
Las licencias son emitidas según un decreto de 2015, y una reciente resolución del Ministerio de Salud regula el cultivo, transformación, importación y exportación de los productos obtenidos con fines terapéuticos. Ambos documentos son complementos de una ley que autoriza el cultivo y el uso con fines medicinales y científicos, la cual sustituye a una ley de 1986.
Sin embargo, sectores sociales del país ven con recelo las aprobaciones actuales. Esta nueva producción representa un reto de seguridad regional en un país golpeado por no menos de 50 años de conflicto armado, que busca firmar la paz con su principal guerrilla y que; además, lucha con el narcotráfico.
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