Lo que está pasando en nuestro alrededor no es cuestión de miedo o terror, sino debe ser motivo de reflexión.
Hace poco circuló el video de una espectacular explosión del volcán Santiaguito, que tiene de particular no solo la excelente imagen, sino el diálogo que un padre sostiene con sus hijos: “Tengan cuidado, es peligroso”. En ese momento está guiando por la senda de lo correcto a la familia, expuesta a un fenómeno natural que tiene implicaciones de seguridad, y esto es simple y sencillamente la actitud que debe tomarse para hacer lo correcto en tiempos convulsionados por falta de principios. Todo se ve con un prisma de indiferencia y aunque la Biblia dice que Dios no nos ha dado un espíritu de temor, de cobardía, sino de amor y de dominio propio, también nos enseña a ser prudentes y sabios.
Lo que está pasando en nuestro alrededor no es cuestión de miedo, de terror, sino debe ser motivo de reflexión. No es cómodo estar sentado en el banquillo de los acusados viendo un dedo que señala, una voz que enumera lo malo y un juez que golpea el mazo y obliga a pararse para dictar sentencia. El morbo obliga a seguir paso a paso la secuencia mediática, que va dejando una secuela de incertidumbre, pero como decían las abuelitas, están viendo la tormenta y no se arrodillan. Tomo de ejemplo a este padre, porque está advirtiendo del peligro que se avecina si hay temeridad, si se sigue por la senda equivocada y no se miden los riesgos.
En el otro lado de la acera el peligro también acecha y silenciosamente crece, los hijos serán los que queden envueltos en esa nube tóxica, si no les advertimos de las cosas negativas de la vida cuando no se les prepara, no se les proporcionan los rudimentos que los haga diferentes y no sean parte de lo que hoy convulsiona al mundo. Hay que compartirles la sabiduría que viene de Dios, porque bendito es el hombre que halla sabiduría y que obtiene inteligencia, porque sus ganancias serán más que la plata y sus frutos más que el oro fino, dicen las
Escrituras.
Todo es cuestión de principios, de las buenas costumbres. Si no hay buenos maestros, buenos padres sí deben existir. Que tengan amistades de influencia positiva, esa es parte de la paternidad responsable. La advertencia es mostrarles el camino, y cómo enfrentarlos. Dime con quién andas y te diré donde paras, debería decir el refrán, porque tiene cuatro caminos: la cárcel, el hospital, el cementerio o el banquillo de los acusados.
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