El presidente ruso Vladimir Putin prolongó hasta 2017 la prohibición de importar productos alimentarios de los países occidentales, una medida de represalia por la crisis ucraniana, dice un decreto presidencial publicado ayer.
El acuerdo, para defender los intereses nacionales, ordena aplazar hasta el 31 de diciembre de 2017 la compra de alimentos, en especial de la Unión Europea, que sancionó a Rusia para la anexión de Crimea en 2014 y por su presunto apoyo a los separatistas del Este de Ucrania.
El primer ministro ruso Dimitri Medvedev dijo a finales de mayo que la medida era en respuesta a las sanciones de los países occidentales contra Moscú.
Pérdidas
Las represalias han ocasionado caídas importantes en los ingresos de los agricultores europeos.
El embargo, prolongado por primera vez el año pasado, iba a expirar en agosto.
De acuerdo con un informe interno revelado por la agencia TASS, el Gobierno cifra en €9 mil 300 millones (Q78 mil 864 millones) las pérdidas de las naciones afectadas por esta decisión.
Las penalidades occidentales decretadas contra Rusia en 2014, así como el hundimiento de los precios de los hidrocarburos, han sumido al país en su mayor recesión desde la llegada de Vladimir Putin al Kremlin, en 2000.
Efecto
En paralelo la confiscación ha generado un aumento de precios en Rusia. A largo plazo, las autoridades esperan que el embargo favorezca el desarrollo del sector agrícola nacional.
La semana pasada los países miembros de la Unión Europea aprobaron la prolongación por seis meses de las sanciones, que iban a expirar en julio.
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