La Guatemala 2030 es aquella donde mares y océanos son protagonistas de nuestro bienestar.
Históricamente, siempre hemos sido una cultura muy terrestre. La evidencia arqueológica no muestra dependencia de nuestros antepasados de los recursos del mar abierto. Con el tiempo, los mares y los océanos fueron cobrando más auge, como plataformas portuarias. Pero hoy por hoy, para la mayoría de guatemaltecos y guatemaltecas, el mar es nada más una estampa de recreación y veraneo. Estamos lejos de reconocer y valorar el enorme potencial que mares y océanos tienen para este país con tantas necesidades.
Múltiples metas internacionales y nacionales han promovido que nuestro país voltee su vista al mar. Desde las Metas de Aichi del Convenio de Diversidad Biológica hasta el K’atun 2032. La Política Nacional de Diversidad Biológica plantea que, para el 2022, por lo menos el 10 por ciento de las zonas costeras deben encontrarse bajo algún mecanismo de conservación. Para alcanzar, el ahora, Objetivo de Desarrollo Sostenible 14: “Conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible”, se necesitan acciones concretas respaldadas financieramente en la planificación operativa oficial.
Hay ciertas dinámicas qué considerar. Entre ellas, los litorales Caribe y Pacífico son dos mundos distintos en sus contextos sociales, económicos, culturales y ecológicos. A ello, hay que sumar que dentro del mismo Pacífico hay varios Pacíficos, así que en todos los casos se requieren estrategias similares, pero diferenciadas. Nunca se debe olvidar la integralidad de estos ecosistemas: océanos, mares, arrecifes, pastos, playas, bosque seco, manglares, lagunas costeras, todos están vinculados y ameritan un abordaje sistémico para su conservación.
Atención especial al hecho de que la sobreexplotación de recursos alcanza escalas superiores mar adentro, particularmente, sobre los pesqueros, lo cual se agrava cuando no hay controles ni manejo basado en información. Un último elemento es la vulnerabilidad de los ecosistemas marino-costeros, ya que, con todo y que son bastante resilientes, los estamos llevando a los extremos, lo que compromete la calidad y la cantidad de bienes y servicios que aportan a la sociedad. Se sabe que las mayores presiones son causadas por contaminación terrestre, alteración de cursos y caudales de agua. Es allí donde debemos enfocar esfuerzos.
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