El bajo consumo de alcohol etílico, la ausencia de cantinas y antros de vicios, son factores evidentes de la baja escala de homicidios.
Impresionado me quedé cuando el gobernador de Totonicapán, Juan Higinio Yax Say, me confirmó que en la cabecera municipal del departamento no hay antros, ni prostíbulos y todos los restaurantes que legalmente venden el aguardiente, cierran a las 22:00 horas y los líderes comunitarios de los 48 cantones y otros, están en la discusión de solicitar el cierre de los moteles por ser vistos como lugares de perdición y destrucción de hogares. Es decir, que la vida nocturna de 22:00 en adelante en la ciudad prócer es sana.
Para los que aún no conocen Totonicapán, los ubico con los datos publicados por Wikipedia (https://es.wikipedia.org/wiki/Totonicap%C3%A1n). Pertenece a la Región VI, en el suroccidente del país, la cabecera departamental está a 203 kilómetros de ciudad de Guatemala, a 2 mil 495.30 metros sobre el nivel del mar. Es un pueblo Quiché, le dicen Chuimequená (lugar del agua caliente), que es el nombre con el que aún se le conoce entre los indígenas. Según el último censo del 2003, la población del departamento era de 339 mil 254 y en la cabecera 14 mil 524 habitantes, su clima es frío.
La ciudad prócer de Totonicapán en las tablas de la criminalidad diaria, semanal, mensual y anual, casi no aparece. Es un territorio de respeto, paz y tranquilidad. Tiene una vida política ancestral, donde los líderes comunitarios proponen, cuestionan, auditan y avalan el desarrollo del municipio. Las autoridades que gobiernan, en su mayoría, deben contar con el consentimiento de ellos. Se practica la democracia territorial. El poder lo tiene el pueblo.
En mi opinión, el bajo consumo de alcohol, la ausencia de cantinas y antros de vicios, son factores evidentes de la baja escala de homicidios y la poca o nada venta de drogas. Es una ciudad de trabajo, un buen escenario para la inversión internacional, para el mercado abierto, sobre todo, por la paz y tranquilidad del lugar con habitantes cordiales, sencillos y con mucha humildad.
Totonicapán sin violencia, es un ejemplo digno de ser imitado por otras ciudades que, por mejorar su situación económica, autorizan sin control de antros de vicios en pleno centro de la ciudad, bares y prostíbulos, facilitando el acceso a la juventud que utiliza esos lugares como excusa para perderse individualmente y/o en grupo, que a la larga se escapa del control, surge el narcotráfico, redes de criminales, maras y consumidores.
El problema social de Totonicapán es, por el momento, el desorden vial, situación en la que trabajan mancomunadamente las autoridades locales y las organizaciones del transporte colectivo para encontrarle solución, ya que taxis, mototaxis, autobuses, microbuses y vehículos particulares saturan las pocas calles y avenidas existentes. Los papás duermen tranquilos, porque sus hijos crecen en un ambiente de ejemplo, en el que aún los valores de los abuelos son tan importantes como la vida misma.
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