Sin Estado fuerte se da lugar a una burguesía burocrática y a una lumpenburguesía.
Lo que sorprende de la escuela de La Vuelta al Estado es el uso de la teoría marxista del Estado, ya no para pensar la revolución que destruiría al capitalismo y daría paso al socialismo, sino para pensar las condiciones en las que el Estado puede convertirse en un factor crucial del desarrollo económico y social en el marco de una economía capitalista. Descubrieron que el principal factor explicativo del buen desenvolvimiento de la economía de mercado se encontraba en el papel del Estado, en su eficacia y en sus relaciones con las clases y los movimientos sociales. De esta reflexión surgió la noción de Estado fuerte, en contraposición a Estado débil, y para dar cuenta de ella estos teóricos utilizaron la noción de autonomía relativa del Estado.
John Stephens fue quien se ocupó de explicar más a fondo en qué condiciones se daba esta autonomía relativa del Estado. Stephens señaló que debe existir en la sociedad un equilibrio de fuerzas políticas, que no puede existir un grupo tan poderoso en un polo que subordine y utilice al Estado, tan poderoso que se convierta en depredador de los recursos del Estado y la sociedad, porque, como bien dice Atuhl Koli, tras un Estado depredador hay siempre una élite depredadora. Entre más fuerte es este equilibrio entre la élite y las clases subalternas, más autonomía del Estado y los gobiernos, por lo tanto, más capacidad de promover el crecimiento económico, al mismo tiempo que políticas sociales que garanticen un nivel civilizado de igualdad.
Pero lo más importante es que la escuela de Vuelta al Estado entendió también que el itinerario exitoso de desarrollo ha sido siempre, en la época moderna, resultado de la combinación cambiante de la asignación administrativa de los recursos a través del Estado, con la asignación eficiente de los recursos a través de los mecanismos del mercado. Estos teóricos reconocen las virtudes del mercado, por ejemplo: la productividad, la creatividad, la eficiencia, es decir, esa racionalidad que hace del capitalismo una gran maquinaria productiva, pero a la vez, constatan que sin Estado fuerte y, sobre todo, Estado de derecho, esta maquinaria deriva en un capitalismo de mafias, en la que la acumulación de capital se da fuera del marco jurídico y de las instituciones. Dando lugar a una burguesía burocrática y/o una lumpenburguesía.
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