La persona inmadura se exige muy poco a sí misma, culpa a los demás de lo malo que le sucede y crea un ambiente de pesimismo.
“Verde que te quiero verde/ verde viento. Verdes ramas./ El barco sobre la mar/ y el caballo en la montaña.” (F. García Lorca) ¿Quién retrasa hoy que los jóvenes pasen del verde al amarillo?
Los padres posesivos que se creen imprescindibles y no saben desprenderse de sus hijos; los hijos jóvenes, que no se deciden a saltar desde la rama verde que sostiene el nido.
La metáfora de la fruta es un recurso didáctico muy utilizado para explicar el proceso de maduración humana, pero matizando que una persona, a diferencia de la fruta, no alcanza la madurez completa en un determinado momento. Por otra parte, puede madurar en algunos aspectos y no en otros.
El acceso a la adultez requiere pasar por la adolescencia. En ella se parte de un estado de inmadurez psicológica para ir en busca de la madurez propia del adulto responsable. Comparada con la del niño, la inmadurez del adolescente no es, como suele creerse, un retroceso.
El niño es incapaz de valerse por sí mismo, pero lo resuelve aceptando la dependencia de los mayores; el adolescente tiene la misma incapacidad, pero al rechazar la dependencia (rasgo positivo en sí mismo) incurre en muchos fallos típicos de la conducta inmadura. Por ejemplo, la autosuficiencia y la ausencia de autocrítica. Haber pasado ya la edad juvenil no significa necesariamente que se ha madurado. La edad cronológica no asegura la madurez psicológica. Actualmente proliferan los casos de personas inmaduras. ¿Por qué hay muchos más casos de inmadurez afectiva y volitiva, que de inmadurez intelectual? Posiblemente porque la dimensión intelectual es la que más suele valorarse y cultivarse en muchas familias y escuelas.
Otra posible causa de esa inmadurez prolongada es la educación familiar proteccionista. Los hijos que no han tenido oportunidades de afrontar dificultades por sí mismos, cuando llega la edad de lanzarse a volar sienten pánico; están en peor situación que los que han podido tener experiencias vitales (siempre que sean experiencias reflexionadas). Lograr la madurez significa haber evaluado correctamente la vida y conceder a cada situación la importancia que tiene. Ello requiere cierto grado de autoconocimiento. Otros rasgos de la madurez son la fidelidad a los compromisos, la responsabilidad, la coherencia, la tolerancia a las frustraciones, ser realista y olvidarse de sí. La persona inmadura se exige muy poco a sí misma, culpa a los demás de todo lo malo que le sucede y tiene una actitud permanente de queja estéril, que crea un ambiente de pesimismo.
La inmadurez obstaculiza el rendimiento escolar y dificulta la toma de decisiones. La mejor prevención es la educación de la inteligencia, de la afectividad y de la voluntad en la infancia.
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