En los espacios de ocio, de vacío y de libertad se desatan la creatividad, la espontaneidad, la imaginación y la reflexión.
Ha pensado acerca de los momentos de ocio y esparcimiento de sus hijos? ¿Promueve y recompensa estos momentos o los inhibe? ¿Cuánto tiempo de recreo y esparcimiento tiene junto a sus hijos? ¿Cree que sus hijos están desperdiciando el tiempo cuando se divierten?
Investigaciones revelan que padres e hijos pasan poco tiempo juntos, y que el tiempo es más escaso aun cuando se trata de espacios de ocio. Sin embargo, estos “espacios de vacío” y libertad, son justamente en que se desata la imaginación, la reflexión, la creatividad y la espontaneidad de padres e hijos, y ello, promueve el vínculo entre ambos.
Lamentablemente en un modelo cultural donde la productividad y el rendimiento se alzan como valores superiores, el ocio y el juego se devalúan, desvirtuándose la importancia que tienen para la salud mental de las personas.
Ahora bien, ¿por qué estos espacios de ocio y juego son tan relevantes para nuestra salud mental? Comencemos con estadísticas: nuestra prevalencia en trastornos disruptivos (niños), depresión (adultos), trastornos de ansiedad (niños y adultos) y suicidio (principalmente en población infanto juvenil) son francamente alarmantes. Estos datos nos revelan una población con mayores dificultades para regularse afectivamente, y un síntoma del malestar en nuestros tiempos: personas más estresadas y angustiadas.
Esta situación es particularmente importante en los niños, pues están en pleno desarrollo y crecimiento.
Hablemos de otros datos: las horas de trabajo adulto son muy altas, lo que empeora con los tiempos de traslado, el trabajo doméstico y la gran cantidad de tareas escolares a las que los padres deben dedicarse. Ahora pensemos en los niños: investigadores alemanes han establecido que ellos deben jugar 15 mil horas durante sus primeros 7 años de vida.
Volvamos ahora a nuestra pregunta rectora: ¿cómo se asocian ocio, juego y salud mental? Se ha evidenciado que gran parte de la salud mental está relacionada con procesos de reflexión y mentalización. Esto es, la capacidad de poder elaborar/interpretar las situaciones, deseos y conflictos, a modo de dar respuestas reguladas y adaptadas para sí mismo y los otros. Esta capacidad se forja con los años, los tiempos libres y de juego tienen en ella una implicancia fundamental.
En estos espacios de tiempo es que reflexionamos, creamos, nos liberamos y elaboramos situaciones y conflictos psíquicos y emocionales. Estos espacios de reflexión, de creatividad, nos dan el necesario alivio psíquico, nos calman. Si quitamos a los niños el juego, tendremos infantes con más trastornos disruptivos. Si quitamos a los adultos el espacio de ocio, disfrute y elaboración psíquica, tendremos una población ansiosa y deprimida.
Sin embargo, no todo espacio de juego y ocio desarrolla procesos reflexivos. El alivio psíquico proviene de promover la imaginación, la creatividad y la comunicación espontánea. Los juegos tecnológicos, por ejemplo, no cumplen este objetivo, pues son todo acto (acción automática sin elaboración).
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