Las niñas, niños y adolescentes representan uno de los grupos más afectados por diversas formas de violencia, de vulneraciones a derechos y por el actuar del crimen organizado.
Más de las 8 de la noche, y en la espera al cambio del semáforo, una niña, de no más de 10 años, se acerca a mi ventana a ofrecer flores, ya marchitas del día, que seguramente empezaron ya marchitas, como habrían de marchitarse los sueños de una niña que se ve obligada a vivir de esa manera. Me impactó la imagen de una vida tan privilegiada frente a una víctima de la sociedad…, de la injusticia y la desigualdad.
Desde ese día quedó la necesidad en mí de escribir sobre ella, una especie de tributo quizá, de alguna manera visibilizarla en medio de la insensibilidad ¿Quién podría culparla si no crece para ser una ciudadana modelo? Hay quienes fácilmente podrían (podríamos) hacerlo, de hecho lo hacemos cuando ya no son niños que aún evocan inocencia, sino adolescentes que manifiestan los rasgos de la criminalidad que aqueja a esta sociedad.
Hace poco se rescató a varios niños y niñas de un refugio infantil, víctimas de una red de trata en las formas de trabajo forzado y mendicidad; la ley les ha ofrecido justicia y aunque, lamentable y difícilmente, su futuro no pinte como quisiéramos y esperaríamos que fuera el futuro de la niñez guatemalteca, alguien hizo algo por intentar cambiar el estado de la situación, sin embargo, es un entramado complejo de acciones que se requiere para realmente hablar de la posibilidad de un mejor futuro.
Justo ayer, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos hace la presentación pública del informe temático Niñez, violencia y crimen organizado en un país donde la relación entre estos tres elementos es evidente.
Cito una fracción del texto del informe: “Las niñas, niños y adolescentes de hecho representan uno de los grupos más afectados por diversas formas de violencia y de vulneraciones a derechos, así como por el actuar del crimen organizado. En general, las respuestas de los Estados no son suficientes para prestar una adecuada protección a la niñez más afectada por estas condiciones, para garantizar sus derechos y prevenir que sean captados y utilizados por el crimen organizado”.
Las problemáticas de seguridad y desarrollo en la sociedad están intrínsecamente relacionadas, y el entendimiento que como sociedad tengamos de esta relación implica también cuestiones de percepción y prejuicio que permitan trascender a un accionar integral.
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