Será un excelente ejercicio despertar una necesidad apremiante en la sociedad guatemalteca: vivir el arte.
En la zona 14 de la ciudad de Guatemala, fue inaugurada recientemente la galería de la fundación Rozas Botrán con la exposición y venta de obras de arte Arte en Mayo, que desde hace algunos años se realiza durante el quinto mes del año, como una muestra de las propuestas de artistas consagrados, algunos, y emergentes, otros, que en medio de la vorágine del mundo que los rodea, permiten al espectador que contempla sus obras, salga por unos segundos de su entorno y viaje a través de dimensiones desconocidas.
Esa es quizás la más valiosa experiencia de recorrer la nueva galería, de por sí, ya una invitación a la amplitud de criterio gracias a sus espacios, accesos y distribución de las obras.
Artistas americanos, algunos europeos y especialmente guatemaltecos se dan cita en esta nueva edición del evento benéfico, demostrando sus habilidades para descomponer la realidad objetiva y presentar a través de dos dimensiones una puerta de acceso a la irrealidad de la fantasía, que permite asomarse al interior de corazones y mentes, que con sus trazos o collages, óleos, acrílicos o fotografías, son capaces de desestabilizar hasta las mentes más conservadoras y serenas.
Esculturas que se enfrentan con violencia al observador, montajes digitales que cuestionan, texturas y colores vibrantes que enmarcados por el blanco espacio de la galería son como una Guatemala en miniatura, llena de contrastes, visiones y paisajes.
La selección de los curadores, en primera instancia, y del jurado, en segunda, permiten que el visitante, aun no siendo asiduo al análisis y la contemplación del arte contemporáneo, pueda tener un panorama certero de lo que las grandes galerías internacionales ofrecen, valoran y exhiben en sus pasillos, repletos de sueños, de anhelos y caprichosas formas.
Pero esta galería y este esfuerzo por llevar el arte en sus facetas más modernas no se quedan solo en la zona 14 de la ciudad, sino ha llegado a 2 lugares, muy diferentes entre sí, que reúnen a gran cantidad de guatemaltecos: Ciudad Cayalá y la Universidad del Istmo. En cuanto a la primera, quién sabe cuánto podrá lograr, pero respecto a la segunda, acercar a los jóvenes a la experiencia de viajar por el universo de la creatividad gracias al primer museo permanente universitario, sin duda será un excelente ejercicio despertar en ellos una necesidad apremiante en la sociedad guatemalteca: vivir el arte.
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