Por definición engendro es: “Criatura informe que nace sin la proporción debida”. También es: “Plan, designio u obra intelectual mal concebidos”. Evidentemente, en nuestra sociedad hay “engendros” de diversos órdenes y en diferentes ámbitos.
Tenemos engendros en el medio empresarial, cuya desproporción los hace una criatura nefasta, que hacen de su entorno un conjunto de situaciones en beneficio exclusivo de sus particulares intereses. Sin duda alguna, en donde la perfidia de la gestación de engendros encontró todo un larvario para su terrible desarrollo fue, recientemente, en la manera de hacer política. Los casos develados por la CICIG y el MP, después de hacer las investigaciones son más que elocuentes. Que exfuncionarios que ocuparon cargos de máximas autoridades estén por ahora en prisión provisional involucradas no en uno, sino en más casos de corrupción es deplorable.
Se observa que desde la concepción misma de la organización, mal llamada partidaria, el designio giró en torno al saqueo del Estado y al abuso autoritario y prepotente del ejercicio del poder político. Y la escandalosa nómina de engendros no se circunscribe a empresarios y políticos. Lamentablemente, los hay en otras esferas. Desde los mal llamados pastores o conductores de la “fe”; hasta automovilistas impertinentes que también privilegian sus intereses contra el resto de la población, incluyendo el asesinato de otro por no darle paso. Engendros en nuestra juventud descarriada que ve en la organización de maras el cobijo ideal para afianzar su identidad al margen de la sociedad.
Engendros por todos lados. Acosados, rodeados, embestidos. Estamos inmersos en una sociedad enferma que se reproduce, es decir, cada vez hay más enfermos. Pareciera el anticipo a un final cataléptico, en el que ya no podemos hacer nada, por la gran cantidad de seres o de criaturas informes que nos rodean. “Los buenos somos más…” pregonaba un personaje con aspiraciones al ejercicio del poder político. Tal vez seamos más, pero en tanto nos quedemos pasivos, no contamos, no influimos. Y aquí está el punto de inflexión para el cambio. Hay que involucrarse en el devenir de los acontecimientos públicos.
Si dentro del seno de nuestra sociedad se permite que únicamente los engendros se reproduzcan, irremediablemente estaremos condenados a sucumbir ante tanta inequidad, tanta incapacidad, tanta injusticia, tanta mediocridad, tanta vanidad, tanta atrocidad. Veo con anhelo como los jóvenes participan con más ahínco en la emisión de sus ideas, en la propagación de los mensajes “virales” hacia el cambio y la solidaridad.
El pro del Juez Miguel Ángel Gálvez, es un buen ejemplo de ello. Por fortuna no es el único. Hace falta que se asuma, que se entienda y que se cuente con un liderazgo, este está pendiente, pero no dudo que pronto emergerá. Sin duda alguna habrá de manifestarse.
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