Una pizca de conservadurismo, una dosis generosa de populismo y una buena ración de virajes de 180 grados: el programa económico de Donald Trump escapa a cualquier clasificación y fluctúa de las expectativas que se supone tienen los ciudadanos.
“La doctrina Trump es muy difícil de definir porque percibe las propuestas concretas, como debilidades que pueden ser explotadas por sus adversarios”, explicó Alan Cole, experto del centro de reflexión independiente Tax Foundation.
Su versatilidad económica y flexibilidad, dirían sus partidarios, acaba de manifestarse una vez más, con relación al candente tema del salario mínimo federal, congelado en su nivel actual, US $7.25 (Q55. 31) por hora, desde 2009.
Postura
A finales de 2015 el virtual candidato del Partido Republicano a la Casa Blanca descartó cualquier incremento, afirmando que los salarios ya eran demasiado altos frente a la competencia internacional.
Hace dos semanas, Trump dio marcha atrás y dijo que estaba a favor de un aumento de cierta amplitud, aunque indicó que dejaría la decisión en manos de los estados.
En materia de impuestos, el candidato defiende una masiva reducción centrada en la clase media, que exoneraría a 75 millones de hogares estadounidenses, pero que también beneficiaría a todos los niveles de ingresos.
“Pienso sinceramente que (los impuestos) a los ricos serán más altos”, señaló el aspirante, en un contexto en el que crecen las desigualdades económicas.
Renegociar la deuda
El magnate inmobiliario también rectificó en otros terrenos: tras haber sugerido que Estados Unidos podía renegociar en el futuro su deuda pública, en caso de crisis, lo que hizo temer una posible cesación de pagos, el lunes de la semana pasada afirmó: “La gente dice que quiero declarar el default (suspensión de pago) sobre la deuda, y esa gente está loca”.
Su abordaje de las cuestiones económicas es mercantilista. Su plan cambia en función de la idea que se hace de lo que la gente quiere escuchar”, explicó Stan Veuger, analista del American Enterprise Institute.
A contracorriente
Incluso sobre temas en los que mantiene la misma posición, el empresario no duda en ir a contracorriente del Partido Republicano, del que será su candidato presidencial en noviembre.
Donald Trump se defiende alegando la necesidad de ser flexible. “He publicado un proyecto, pero no tengo ninguna ilusión, no creo que vaya a ser el plan final”, aseguró.
Mientras esa agrupación ha defendido tradicionalmente el libre comercio, el aspirante quiere erigir barreras aduaneras con China y se opone a los tratados comerciales negociados por Estados Unidos, una posición que lo acerca a la izquierda del Partido Demócrata.
“Si uno es un presentador de televisión, el único medio que tiene para aumentar su audiencia es conquistar al público de sus rivales. Es exactamente como Trump ve el comercio”, dijo Veuger.
El camaleón
Donald Trump, candidato del Partido Republicano, quiere conservar el seguro público de enfermedad, las jubilaciones e incrementar los gastos en infraestructura aun a riesgo de aumentar el déficit. Los dirigentes de su partido, no obstante, solo procuran reducir el papel del Estado y tener un presupuesto equilibrado. “Lo que ha hecho Trump es borronear algunos de los principales elementos de la doctrina económica conservadora”, comentó William Galston, exasesor del expresidente estadounidense Bill Clinton. Al mantener una gran vaguedad sobre sus posiciones, el aspirante a la Casa Blanca deja algunos flancos a sus detractores, pero también priva a su futuro rival demócrata de un ángulo de ataque. ¿Cómo se las ingeniarán los demócratas para luchar contra semejante camaleón? Según Galston, actualmente experto del Brookings Institute, un debate de fondo sería perder el tiempo.
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