Brasil vivió ayer la suspensión de Dilma Rousseff como mandataria y su salida, a pie, del palacio presidencial, mientras que Michel Temer asumió la jefatura del Estado y anunció los nombres de sus ministros.
La dirigente, quien fue apartada del poder por decisión del Senado para iniciar un juicio político contra ella, compareció ante la prensa en el Palacio del Planalto, mientras era apoyada por su gabinete, diputados, senadores, simpatizantes y por el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva quien, sin embargo, se mantuvo en un calculado segundo plano durante todo el acto.
Reacción
Rousseff mencionó: “Puedo haber cometido errores, pero no cometí crímenes. Estoy siendo juzgada injustamente por haber hecho lo que la ley me autorizaba hacer”.
“Ya sufrí el dolor invisible de la tortura y ahora sufro una vez más el dolor igualmente innombrable de la injusticia, esto es lo que más duele en este momento”, aseveró la política al recordar su pasado como activista torturada durante la dictadura militar.
Ahora la mandataria, suspendida del cargo por un máximo de 180 días, será juzgada por el Senado para establecer si cometió un crimen de responsabilidad en el manejo de las cuentas públicas de 2014 y 2015.
Si 2 tercios de los 81 senadores (54) votan a favor de deponerla, perderá el mandato definitivamente y el Partido de los Trabajadores se va del poder.
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