Érase una vez, un planeta azul, que la irracionalidad lo despojó de su belleza.
El ser humano está constituido por aproximadamente 65 por ciento de agua, cada una de sus células, órganos, tejidos y sistemas tienen un substancial componente de ese líquido que permite su funcionamiento. Es más, la sangre que corre por sus venas, imprescindible para su vida, contiene un 92 por ciento. Lo anterior muestra la importancia del agua para la especie y no solo para la humana, sino para todo ser viviente del planeta.
El Planeta Azul con su corteza terrestre, hidrósfera y atmósfera, recibe su nombre por la tonalidad de ese color que se percibe desde el espacio exterior, lo cual se debe a los océanos y gases de la atmósfera que posee la tierra, recordemos que un 75 por ciento del planeta está constituido por agua. Océanos, mares, lagos y ríos se inscriben dentro de sus límites. Con la ayuda del agua, las plantas reverdecieron, animales se multiplicaron, el ser humano llegó a ser lo que es.
La cantidad de agua que posee, es lo que diferencia a la tierra del resto de planetas del sistema solar. A partir de esta, lo orgánico surgió y con ello, millones de especies vivientes de fauna y flora. Desde la Era Paleozoica hasta nuestros días, la vida se fue extendiendo, sin embargo, las cosas están cambiando, y con el desarrollo de la Era Industrial, del capitalismo, poco ha sido el interés por preservar el planeta.
Así, océanos, mares, lagos y ríos aceleradamente se están contaminando y con ello, el peligro de extinción para todo ser viviente es inminente. El irracional apetito de lucro, el egoísmo exacerbado, la miopía de los que ven en la naturaleza un medio para acumular riqueza y no de resguardar la vida, y con ello, la de la especie humana convierte al mundo en un escenario de aterradores sucesos por venir.
El agua y su uso irracional para ciertos hombres y mujeres significa muy poco y lo es también inmoral. Ríos y lagos contaminados por intereses monetarios particulares sobre los humanos. Caudales de ríos han sido criminalmente desviados para beneficio económico de unos pocos y en detrimento de muchos.
Érase una vez, un planeta azul, que la irracionalidad de unos cuantos despojó de su belleza, misterio y magia. Érase una vez, un mundo en el cual habitó un día una especie llamada Homo Sapiens ser, del que apenas se tienen recuerdos.
Ser conscientes de que el planeta amerita cuidado, lo cual implica la preservación del agua, de los bosques, de la fauna y flora, parece para aquellos que solo atienden a sus deseos primitivos de poseer riqueza, algo ajeno.
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