El Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) cuenta con un laboratorio de acústica para reconocer la voz de personas involucradas en delitos, como extorsiones, informó Roberto Garza, asesor de la institución.
Debido a ello, los delincuentes han retrocedido en sus métodos y han vuelto a efectuar exigencias a sus víctimas por medio de notas escritas a mano.
Lo que los criminales ignoran es que sus huellas dactilares pueden permanecer en el papel u objetos hasta por 8 años y ser identificadas, por lo que se ha incrementado la demanda al laboratorio de lofoscopia del Inacif, donde trabajan 7 peritos expertos en la identificación de impresiones de los dedos, palmas de las manos y plantas de los pies.
Apoyo crucial
“Esta unidad ha colaborado de forma determinante con el trabajo de la Fiscalía contra las Extorsiones, del Ministerio Público”, dijo Alfredo Muñoz, jefe del equipo de especialistas.
“Al año recibimos entre 2 mil 800 y 3 mil solicitudes de análisis”, explicó Muñoz, y del promedio aproximado de 10 requerimientos al día, de 3 a 4 se originan en casos de extorsión.
Agregó que al laboratorio no solo llegan manuscritos, sino también otros objetos hallados en las escenas de crímenes, como envases de vidrio y plástico, latas, armas blancas y de fuego, cintas adhesivas y restos humanos.
Casos resueltos
Uno de los casos resueltos por la identificación de huellas digitales fue el asesinato del fiscal Allan Stowlinsky Vidaurre, ocurrido el 23 de mayo de 2011 en Cobán, Alta Verapaz. Las impresiones dactilares de quienes lo desmembraron quedaron en las partes de su cuerpo, y con base en ellas fueron capturados 14 presuntos integrantes del cartel mexicano Los Zetas.
Otro fue el de las cabezas humanas abandonadas a inmediaciones del Congreso de la República, acompañadas de manuscritos donde se encontraron las pruebas, y así se identificó a los responsables del hecho.
El laboratorio también ayudó a un vecino de Petén a recuperar un terreno del que su hermano lo había despojado, con base en textos legales en los que el último se identificaba con su huella digital como el propietario de la finca.
Se amplía uso
Las huellas lofoscópicas constituyen una de las categorías más importantes de evidencia física probatoria con un alto grado de certeza. Es por eso que su utilización continúa en expansión y perfeccionándose.
Las autoridades se han dotado de un Sistema Automatizado de Identificación de Huellas Dactilares (AFIS, por sus siglas en inglés), el cual reconoce actualmente a 10 millones de personas.
Para acceder en tiempo real a sus datos, la PNC adquirió recientemente 90 equipos.
Deja un comentario