El poeta y premio Nobel chileno Pablo Neruda volvió a ser enterrado ayer en el balneario de Isla Negra, tres años después de que sus restos fueran exhumados para investigar si fue asesinado por la dictadura de Augusto Pinochet.
Tras un homenaje popular en Santiago, el ataúd con los restos de Neruda fue trasladado la costa central chilena, donde volvió a ser enterrado en la tumba que mira al océano Pacífico.
Cubierto por una bandera chilena y escoltado por una veintena de familiares y miembros de la fundación que administra su obra, los restos de Neruda volvieron a ser depositados en la tumba ubicada en el patio de la majestuosa casa con forma de barco en la que pasó sus últimos días, y donde también descansa su última esposa, la soprano Matilde Urrutia.
Un pequeño grupo de militantes del Partido Comunista, en el cual militó toda su vida el poeta, acompañó a cierta distancia la sobria ceremonia, al compás del tradicional grito: “¡Compañero Pablo Neruda presente, ahora y siempre!”, que rompió la tranquilidad de un soleado día en Isla Negra.
De esta forma, el poeta volvió a ser enterrado en el balneario donde pidió ser sepultado y hasta donde fue trasladado en 1992, dos años después del retorno a la democracia tras la dictadura de Augusto Pinochet, saldando una deuda con el poeta que le regaló a Chile un Nobel de Literatura en 1971.
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