Una respuesta con inusitada seguridad, no obstante, carecer de la suficiente experiencia en este terreno pantanoso del amor.
Corría el año 1968 y en aquel ambiente estudiantil de nuestro recordado INVO de Chiquimula se habían formado grupos de compañeros cuya afinidad los hacía cultivar lazos de amistad más allá del interés en los estudios. Iniciábamos nuestros estudios de secundaria en aquel histórico establecimiento.
Durante los recreos solíamos abordar diferentes temas de interés para los jóvenes de nuestra edad. Por supuesto, uno de estos se relacionaba con el arte de cortejar a las muchachas. Algunos daban consejos un poco estrafalarios sobre el particular.
Yo, callado como he sido siempre, escuchaba los disparates que provenían de aquellas bocas imberbes, cuyo despertar a este tipo de experiencias de mundo asomaba en los amaneceres de la vida.
En una de esas reuniones, una voz se alzó entre el murmullo y dirigiéndose a mí, me preguntó: Interiano, ¿usted qué recomienda para que las patojas nos hagan caso? Old Spice, le respondí con una inusitada seguridad, no obstante, carecer de la suficiente experiencia en este terreno pantanoso del amor. Todos rieron de buena gana la ocurrencia.
A los pocos días, en otra reunión durante el recreo, uno de los compañeros hizo la siguiente declaración: fíjense muchá, que el consejo de Interiano fue efectivo. Compré la loción y aquella patoja que vive frente a mi casa me hizo caso. Somos novios.
Pasaron pocas semanas para que el rumor se difundiera a otros grupos de compañeros que, movidos por la curiosidad, habían adquirido la famosa loción, con similares resultados. Uno de ellos, sin embargo, me dijo con tono un poco triste: yo la compré, pero no he logrado conseguir nada. Lo miré detenidamente y después de unos segundos le respondí: es que tiene tierra en el pescuezo y algunas ronchas. Debe bañarse con jabón de coche. Huelga decir que después de algunos días el mismo compañero se me acercó y con un aire de satisfacción me dijo: hice lo que me dijo y mire, desaparecieron las ronchas y ahora hasta tengo traida.
No está demás, indicar que durante aquellos años maravillosos me había convertido en, algo así como, el consejero oficial del grupo. En una ocasión un compañero me preguntó qué era bueno para prolongar el acto sexual, a lo que le respondí: use mentol chino.
Tiempo después de aquel consejo se me acercó y me dijo: no me funcionó el Vick Vaporub que me recomendó, solo me dio ardor. Yo le dije que usara mentol chino, le respondí, el “vix” arde. Ambos reímos por la confusión.
Hace poco me encontré a uno de aquellos compañeros de juventud. ¿Se recuerda de mí Interiano? Soy fulano de tal y le presento a mi esposa, ella se sometió al Old Spice. La sorprendida señora le dio al marido un pellizco en el brazo que lo hizo arrugar el rostro. “Este olía tan rico que me enamoré de él inmediatamente”, fue su respuesta.
Le prometí a mi amigo escribir acerca de este pasaje de nuestra vida y así, cumplo mi promesa.
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