La llama de los Juegos Olímpicos de Río fue encendida ayer en la antigua ciudad de Olimpia (Grecia) conforme al ritual tradicional, en un acto cuyos valores atemporales se enlazan con la delicada crisis política por la que atraviesa Brasil, y que sirvió de punto de partida de los primeros Juegos en Sudamérica.
En las inmediaciones del antiguo recinto que albergaba las competiciones en los primeros Juegos Olímpicos, una treintena de jóvenes ejecutaron una coreografía al son de la música de una flauta, mientras la gran sacerdotisa, encarnada por Katerina Lehou, una conocida actriz griega, captó los rayos solares a través de un espejo, que los desvió hasta encender la llama.
“Hoy escribimos la historia; estos Juegos Olímpicos serán un mensaje de esperanza en estos tiempos difíciles y la llama aportará ese mensaje en todos los rincones de Brasil y en el mundo entero”, afirmó Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI).
La llama transmite que Brasil puede y va a estar unido, estimó el presidente del Comité Organizador, Carlos Nuzman.
Ahora el fuego olímpico emprenderá un periplo que lo llevará de Grecia, atravesando el Atlántico, hasta Brasil, donde 12 mil relevistas la pasearán por no más de 300 localidades, antes de la llegada al Estadio Maracaná, de Río, donde tendrá lugar la ceremonia inaugural el 5 de agosto.
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