“Nos hará definir prioridades, derechos y responsabilidades, pensar en el largo plazo y en el bien común”.
Un desafío colosal para la situación del Estado guatemalteco está llegando hoy a la capital de Guatemala, el centro donde se toman las decisiones más trascendentes para el país, o donde se dejan de tomar, según el poder de los actores involucrados. Viene caminando desde el 11 y el 14 de abril, cuando salió de Tecún Umán, San Marcos y de Purulhá, Baja Verapaz, y trae un reclamo centenario para que por fin, los asuntos de alcance nacional se discutan en función del interés público.
Se espera que hoy, miles de personas arriben a la ciudad, y que mañana sus dirigentes presenten sus demandas y propuestas a los poderes del Estado.
Y es que, entre los llamados temas transversales, el asunto de la gestión del recurso hídrico es principal, toca a todos y a todo, por eso es el “pretexto” ideal para ver si somos capaces de ponernos de acuerdo como sociedad.
Hasta ahora, la política pública puede declarar abiertamente su fracaso al respecto. Los gobiernos nacionales y locales, así como los legisladores, optaron por no hacer nada al respecto y la realidad nos ha dado una bofetada.
Veintidós ríos disminuidos y no menos de 50 desvíos de causes, han reportado autoridades en los últimos días, en un hecho que aclara cómo el sacrificio ambiental impulsa la competitividad de la agroindustria en Guatemala.
Por otro lado, las comunas ubican en los últimos lugares de sus responsabilidades la construcción de plantas de tratamiento y el mantenimiento de las cuencas, y no hay noticia de una sola que haya denunciado, o se haya opuesto al abuso industrial de los caudales. A estas alturas, ¿cuál es el planteamiento de la Asociación Nacional de Municipalidades?
En cuanto a la ciudadanía, en general, se percibe poca conciencia sobre la necesidad de un manejo cuidadoso del recurso. En la provincia existe resistencia a pagar, incluso, el monto mínimo para el funcionamiento de los sistemas de agua potable, los que resultan una carga para las comunas sin capacidad de negociación.
En resumen, la Marcha por el Agua nos pondrá a prueba, nos hará definir prioridades, derechos y responsabilidades, pensar en el largo plazo y en el bien común, un marco de análisis que hay que aplicar a tantos otros asuntos.
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