El carácter pigmentocrático de la desigualdad social se materializa en diferentes usos del lenguaje como una forma de violencia cultural.
Exploraba hace unas semanas el uso de la palabra “chocochavo” en el contexto guatemalteco, en tanto que ha adquirido una amplia difusión en función de que expresa una imagen bastante internalizada en el imaginario de los guatemaltecos, a la vez que constituye un aspecto material reflejado en la imagen física.
Es una palabra compuesta a partir de la unión de las palabras “choco” de chocolate, en referencia al color de piel morena, y “chavo” de muchacho. Mientras exploraba el uso de la palabra, encontré un blog que describía el uso de dicha categoría para “…referirse a alguna persona que sea o se comporte de manera ordinaria o vulgar, (cholera), no importando el color, raza o clase social… La palabra puede aplicarse a lugares y a cosas, como chocotienda, chococompu, chocociudad, varía según su situación, palabra. Se aplica sobre todo a la mara chocomuca o chococholera de Guatemala.”
Considerando el lenguaje como una de las instituciones sociales más importantes para la cultura de una sociedad, la amplia difusión y aceptación de la palabra en cuestión, y otras de similar contenido, no se puede entender de forma aislada a la experiencia histórica y cultural de Guatemala, que ha sido marcada por prácticas de racismo y discriminación, vinculadas estrechamente a la construcción social del cuerpo en función de la pigmentocracia, así como los significados y valores atribuidos a las características físicas de determinados grupos sociales.
La pigmentocracia refiere a la estratificación social en función del color de piel, significa que las desigualdades sociales, de alguna manera, han sido y son el resultado combinado de la clase social y el color de piel, como componentes que interactúan uno con otro. En este sentido, históricamente, las personas que poseen mayores capitales (económico, social, escolar, cultural, etc.) han sido asociadas a colores de piel en apariencia social más “claros” o “blancos”; y por el contrario, los grupos que se encuentran más abajo en la escala social, han sido asociados a los colores más “oscuros”. Esta construcción social del cuerpo, también deriva de procesos de colonización, mestizaje y segregación.
La discriminación racial tiene manifestación en el carácter pigmentocrático de la desigualdad social, que afecta a todos los grupos sociales subalternos en tanto que pretende reflejar su baja condición social, y se materializan en diferentes usos del lenguaje como una forma de violencia cultural.
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