El Códice de Dresde incluye el Calendario Maya.
Los mayas, una de las más brillantes civilizaciones que ha tenido la humanidad, dejaron su importante testimonio plasmado en restos arqueológicos (templos, estelas, piedras, dinteles) y códices (libros precolombinos escritos con glifos), de los cuales solamente existen cuatro. Juntos, los códices y restos arqueológicos, constituyen una valiosa fuente historiográfica de la Civilización Maya.
La escritura fue considerada sagrada para ellos y solamente tenían acceso a ella algunos seres privilegiados, generalmente sacerdotes o escribas. Los textos sagrados se leían en las ceremonias o rituales, eran anónimos y a través de ellos se divulgaba la voluntad de las deidades. Esta escritura era icónica y logosilábica, es decir que se componía de signos, logogramas (palabras completas) y silabogramas (sílabas). Los especialistas consideran que el corpus documental maya está por arriba de 6 mil y que la escritura maya envolvía más de 800 signos distintos, pero solamente de 300 a 400 fueron de uso frecuente en el tiempo.
Solamente cuatro códices sobrevivieron hasta hoy porque fueron quemados por “paganos” y “hechiceros” en Maní, Yucatán (1562), cuando Diego de Landa, un sacerdote franciscano español y obispo del lugar, dio la orden de incinerar los códices mayas existentes entonces, como también deidades religiosas mayas. (“Hallámosles gran número de libros de estas sus letras, y porque no tenían cosa en que no hubiese superstición y falsedades del demonio, se los quemamos todos, (…)” Diego de Landa).
Es impreciso el número de códices incinerados, la cantidad va desde 27 a 70 toneladas, y si acaso suena exagerado, algunos historiadores sugieren que el religioso hizo “una hoguera inmensa de códices” (Polastron, 2007) y que incluso, el ejemplo de Landa supera al de Zumárraga, que también hizo arder los códices aztecas, pues Landa después de haberlos quemado, con remordimiento, escribió una extensa obra sobre los mayas, estudió sus costumbres y ayudó a descrifrar los glifos para tratar de comprender un sistema de preservación de conocimientos con raíces milenarias. Landa es recordado con frustración y admiración.
Estos cuatro códices mayas, hechos con la corteza del amate, tienen los nombres de las ciudades donde se encuentran: Códice de Dresde, Códice de Madrid o Tro-Cortesiano, Códice de París y un último de autenticidad controvertida, denominado Fragmento de Grolier.
Gracias a los Códices Mayas conocemos parte del sistema de escritura precolombina utilizado en Mesoamérica; son también un testimonio de la grandeza de la civilización maya y del aporte que hicieron a las ciencias, especialmente la astronómica.
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