El Estado tampoco es el responsable absoluto de lo sucedido en el tema de salubridad.
El 7 de abril se celebró el Día Mundial de la Salud, que tuvo como tema específico “Vence a la Diabetes” y en el cual la Organización Mundial de la Salud (OMS) expuso que se debe intensificar la prevención de esa enfermedad, que va en aumento en muchas naciones, arriesgando la vida de sus habitantes.
Toda vez que los sistemas de salud, de los países de ingresos bajos y medianos, deben mejorarse en cuanto a la atención y al reforzamiento de la vigilancia para tener un mejor control de ese padecimiento. Debido a que hay casos de diabetes prevenibles y tratables, cuando se detectan a tiempo, con algunas medidas relacionadas con el modo de vida, que van desde el control del peso hasta la realización de actividades físicas y una dieta sana, para reducir el riesgo de sufrirla.
En consonancia, en el país es urgente adoptar medidas que garanticen un sistema de salud libre de escándalos y de intereses espurios, que cubra las necesidades más ingentes de la población, tal como lo menciona la Constitución en su artículo 95: “La salud de los habitantes de la nación es un bien público”. Y no un negocio de gente inescrupulosa que mercadea al mejor postor los medicamentos y los equipos necesarios para la salud de las y los chapines.
Por ello, la ciudadanía debe involucrarse en los procesos que conlleven la compra de medicina o de insumos para los nosocomios o centros de salud en todo el territorio. En ese contexto, la crisis hospitalaria enfrentada desde hace décadas y que ha llevado vertiginosamente al colapso del sistema de salud, tanto por la constante ausencia de fármacos para suministrar a los pacientes con diversas afecciones, como también por la interrumpida atención del personal de las emergencias, sin duda se ha convertido en el principal exponente de muertes, como la de Maycol David Morales el niño de 11 meses de edad, que falleció la semana antepasada en la zona 6 capitalina por desnutrición crónica.
Ciertamente, el Estado tampoco es el responsable absoluto de lo sucedido en el tema de salubridad, pues hay una serie de factores y de responsabilidades compartidos con la ciudadanía. Empero, deben hacerse los esfuerzos para que los servicios lleguen sin excepción, con transparencia y efectividad a todas las comunidades del país.
Para ello, deben crearse y difundirse campañas comunicacionales efectivas para la prevención de enfermedades y el debido seguimiento y supervisión por parte de la población, para evitar el deceso de más personas por falta de medicina y de atención médica o por imprudencias.
El compromiso debe ser compartido, tanto entre el sector público y el privado, gobernados y gobernantes, como entre la sociedad civil, los medios informativos, y cada uno de nosotros en lo individual velemos por el buen funcionamiento del sistema de salud, para las y los guatemaltecos. No más muertes por ausencia de medicamentos y atención o irresponsabilidades. No más indiferencia social ante lamentables hechos.
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