¿Cuántos bufetes tipo Mossack Fonseca podrían existir en el resto de paraísos fiscales?
En 2011 la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico publicó una lista de 38 países declarados paraísos fiscales, Panamá no figuraba en ella, pero por información del diario La Prensa, sabemos que a mediados de febrero de este año, el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) aprobó la salida de la nación canalera de su lista gris.
Pero a raíz de los Panama Papers se puede esperar que el Estado del sur del istmo sea regresado a periodicazos a la nómina. Da pavor imaginarse cuántos bufetes del tipo Mossack Fonseca podrían existir en el resto del listado.
Seguramente no se sabrá quién facilitó la información de esta oficina, pero a partir de ver que entre los más prominentes involucrados están personajes de gobierno de Rusia y China, caben al respecto, especulaciones, casi inferencias.
Lo que queda claro es que los controles nacionales, regionales y mundiales sobre los flujos de dinero son ineficientes, y, en todo caso, insuficientes. Se avizora que la filtración desencadenará una guerra silenciosa entre bloques para descubrir el polvo debajo de la alfombra del vecino.
Esto resulta peligroso porque el crimen organizado transnacional se desarrolla aceleradamente, amplía y recrudece sus métodos, por lo que se requiere actitud colaborativa entre zonas para detenerle, y mientras este siga siendo el problema principal, el impacto de la fuga de recursos en el estado de pobreza en que viven países como Guatemala, seguirá invisibilizado. Paraíso fiscal allá, infierno social acá.
No somos Islandia. Allá a raíz de la crisis financiera de 2008 la población decidió no pagar la deuda de los bancos, juzgó y condenó por negligencia a su primer ministro y reformó su constitución para devolverle al Estado la propiedad sobre los recursos naturales. Por eso no es extraño que quien en días anteriores ocupaba la primera magistratura haya sido forzado a renunciar por los Panama Papers.
A nosotros, por el momento, nos queda alegrarnos porque el caso ha puesto en discusión el secreto bancario y nos deja la esperanza de conocer cuáles son las empresas que se llevan sus recursos y por qué, y quiénes han sido esos políticos y funcionarios cuyos cerebros se fugaron del campo del interés público, seguidos de sus caudales, cuyo origen habrá que revisar.
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