sábado , 23 noviembre 2024
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Los dedos de la tradición

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La escultura religiosa, tiene seguidores que por momentos se paran en la línea que divide la devoción y el fanatismo.

Según algunos tratadistas de arte, la escultura es a nivel de las artes plásticas la rama que menos amigos tiene en aceptación, aprobación o conocimiento se refiere. Sin embargo, en Gua-temala es a la inversa. La escultura, y especialmente la religiosa, tiene grandes y fuertes seguidores que por momentos se paran en la delgada línea que divide la devoción y el fanatismo.

En la recién pasada Semana Santa, donde conviven la tradición, la espiritualidad, la historia, la cultura, la antropología y el arte en una amalgama que en algunos casos es difícil separar entre sí y saber dónde principia una forma de análisis y dónde acaba, una forma de entender lo que se ve. Sucedieron varios sucesos interesantes relacionados a la conservación del patrimonio y la relación entre escultura y espectador.

En la procesión del Viernes Santo de Jesús Nazareno de la Merced, obra fechada en 1655, de la autoría de Mateo de Zúñiga y Joseph de la Cerda, hubo un accidente al tratar de maniobrar unos cables.  La lira –instrumento con que se realiza esta maniobra- golpeó la cruz y la vibración produjo una fractura en el dedo medio de la mano izquierda de la imagen. De inmediato, corrieron expresiones de rechazo, reflexión y preocupación. Por lo complejo que es una reparación de este tipo no se pudo hacer nada en el trayecto y se optó por continuar la procesión.

Al día siguiente, las autoridades de la conservación del patrimonio, artistas y restauradores del Centro de Restauración de Bienes Muebles tenían conocimiento ya de la situación y se procedió a hacer las inspecciones, determinándose que el daño es menor, pero que amerita una intervención de aproximadamente dos semanas que ya se encuentra en marcha.

Aunque la situación este bajo control, es asombroso analizar las reacciones de las personas, algunas de buena fe y otras de no tan buena, quienes demuestran que en Guatemala, la vocación y características de la herencia de apreciación a la escultura, convierte los objetos de esta expresión artística en seres vivientes,  cuya explicación solamente se puede encontrar en las profundas raíces mayas, andaluzas y castellanas que se mezclaron en la Semana Santa de este país y que las convierte en protagonistas de la vida ritual de sus habitantes. 

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