Para aprender a volar hay que iniciar dando un salto de fe.
Hace quince días les comentaba sobre la falta de comunicación personal, pues ahora las nuevas generaciones con un botón pueden expresar una respuesta positiva o negativa a una situación que en el pasado significaba algún tipo de responsabilidad, como el llegar a la casa de una amiguita para pedirle que saliera al cine, pero cuando la puerta se habría el chico se encontraba con el papá de su cita, este con una mirada penetrante miraba al joven y lo interrogaba en su camino a la sala de espera.
Esta situación le permitía al muchacho ganar agallas para afrontar los retos de la vida diaria y profesional, pero qué podemos esperar de nuestros chicos que simplemente por medio de un mensajito de texto le dicen a su cita ¿quiéres salir?, y ella con un dedo simplemente ubica la carita del emoticón, feliz que significa sí, o utiliza otro dibujo para decir NO.
La diferencia es abismal, pues el joven del siglo pasado tenía que enfrentar dificultades que al final del día le permitían sentirse orgulloso de su logro, y si hablamos de los chicos del siglo XIX, entonces las cosas eran aún más difíciles, pues una carta tardaba muchos meses en llegar. Se imagina, un enamorado que le escribía a su dama, debía esperar hasta un año para recibir una respuesta. Pero esa es otra historia.
Regresando a nuestro tiempo, lamentablemente las cosas fáciles no siempre son valoradas, y entonces cuando el joven trate de conseguir un trabajo y deba enfrentarse a un señor de mayor edad que le evalúe ¿cómo se comportará nuestro niño?, posiblemente salga corriendo y jamás busque un trabajo por sus propios medios.
Recordemos que el carácter se forja con el tiempo y las experiencias que este nos deja, las lecciones aprendidas que nos da la vida nos permiten ser personas seguras de nosotros mismos y recordemos que para aprender a volar hay que iniciar dando un salto de fe.
Pero si buscando estilizar cada vez más al humano moderno, estamos convirtiendo nuestra especie en verdaderos zombis que van caminando por la vida de la mano de un aparato celular moderno, que hasta les indica el camino para regresar a casa, qué pasará en las próximas décadas, eso solo se lo dejo a su imaginación.
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