Después de hacer historia, Barack Obama y Raúl Castro se quitaron la corbata y se sentaron juntos a disfrutar del beisbol en La Habana, un gesto diplomático que puso la cereza a la histórica reconciliación de Estados Unidos y Cuba.
Los presidentes, que enterraron más de medio siglo de rivalidad entre sus países durante la visita de Obama a la isla, asistieron al inicio del juego entre el Tampa Bay Rays de las Grandes Ligas (MLB) y el equipo nacional de Cuba.
Afluencia masiva
Obama ingresó en el Estadio Latinoamericano con gafas de sol y en mangas de camisa, en medio de aplausos de los 55 mil asistentes al partido amistoso. El presidente de EE. UU. llegó con su esposa, Michelle, y sus hijas Sasha y Malia. Después apareció Castro, en saco y sin corbata, y también fue ovacionado. Uno junto al otro tomaron asiento en un palco reservado para marcar otro hecho sin precedentes de los muchos que nutrieron la visita de Obama: el primer partido de beisbol al que asisten juntos los mandatarios.
Castro y Obama saludaron a Rachel Robinson, viuda de Jackie Robinson, el primer afroamericano que jugó en las Grandes Ligas, en 1947.
Interpretadas por un coro gigante, las notas de los himnos de Cuba y Estados Unidos estremecieron a un abarrotado Estadio Latinoamericano, donde ondeaban las banderas de los dos países.
El partido con el Tampa Bay Rays es el primero que disputó el team Cuba con una novena de la MLB desde 1999, cuando los isleños enfrentaron a los Orioles de Baltimore, en un duelo de ida y vuelta que concluyó con una victoria de visitante para cada uno.
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