Jugar en casa llena contra Estados Unidos tensiona, pero más si Barack Obama está en las gradas y una multitud sigue la el encuentro por televisión. El beisbol cubano se alista para un partido amistoso más importante para la política que para el deporte.
El 22 de marzo, después del mediodía, Cuba y EE. UU., que están embarcados desde hace 1 año en un complejo proceso político para acabar con más de medio siglo de enemistad, se verán las caras en el diamante del Estadio Latinoamericano de La Habana, que está siendo engalanado para la cita.
El juego de la Selección cubana con los Tampa Bay Rays, de las Grandes Ligas, cerrará la histórica visita de dos días de Obama.
“Va a ser un poco diferente”, admitió Omar Linares, de 47 años, el bateador más importante del la historia del beisbol cubano y parte del cuerpo técnico.
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