El efecto boomerang en la política de dos continentes diferentes, en Brasil y Alemania, que están sujetos a una crisis política por el descontento ciudadano.
En Brasil, Dilma Rousseff enfrenta una de sus mayores crisis políticas como presidenta, al descubrirse la corrupción en el caso de Petrobras, que supuestamente involucra a autoridades del gobierno, sector privado y otros. Por esta razón, fue arrestado su antecesor Lula da Silva.
El descontento ciudadano se manifestó el fin de semana, el cual reclamaba al Congreso agilizar los mecanismos para un posible impeachment a Rousseff. Es decir, que los parlamentarios voten a favor de retirar la inmunidad a la mandataria y así enviarla a prisión por este caso.
Realmente, la situación brasileña nos recuerda los hechos vividos en Guatemala. Mientras nosotros ya avanzamos unos pasos más, nos damos cuenta de que lo más difícil es encausar a la ciudadanía para lograr grandes conquistas democráticas a largo plazo.
Me hubiera gustado ver esa plaza movilizada para demandar las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos; pero en fin, más allá de ser críticos sin menospreciar el avance que hemos tenido como ciudadanos, las oportunidades se hacen cada vez más escasas ante una pausa cívica, la cual nos hace pensar ¿cuál será el otro momento que nos volverá a unir? ¿Habrá en esta ocasión rostros/liderazgo?
Por otro lado, a Alemania liderar un asunto de carácter humanitario le ha costado un desgaste acelerado a su principal figura, la canciller Angela Merkel, y, por supuesto, a su partido Demócrata Cristiano. Al promover soluciones con pragmatismo humano, ha provocado el descontento del pueblo alemán, que se ha reflejado en las últimas elecciones regionales, en las que el partido Alternativa para Alemania, un outsider de esta crisis, se fortalece a medida que se acercan otros comicios clave.
La Alternativa para Alemania, de reciente creación que nace a raíz de la crisis de los refugiados en esa nación europea, se proclama como una nueva agrupación de extrema derecha y de políticas duras contra los inmigrantes sin excepción alguna.
Ambas dirigentes en sus respectivas realidades de país, enfrentan a una ciudadanía descontenta, a pesar de ser de diferentes contextos. Rousseff está a un par de meses de ser juzgada, en caso de que el Congreso autorice retirarle la inmunidad; mientras Merkel está perdiendo terreno en el Parlamento y también su partido se ve en apuros al no tener cuadros de altura política en liderazgos que puedan resurgir en estos momentos de crisis.
Para ambas, enfrentar una crisis política sin igual, en la cual la ciudadanía manifiesta su enojo por medio de marchas o el voto, es un talón de Aquiles que ningún político quisiera pasar. Por el momento, nos queda observar cómo se desarrolla el caso brasileño y cómo Ángela Merkel logra salir de esta crisis, a pesar de que ella ha sido la principal líder ante un tema inesperado en Europa, en el que pocos expresan su solidaridad.
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