No basta con aprender una disciplina, sino conocer su impacto en la sociedad.
Desde hace algún tiempo se ha dado inicio a un nuevo proceso de reforma universitaria en la Universidad de San Carlos (Usac) y se espera que se tomen en cuenta los aspectos de forma y los de fondo en dicha transformación. En este caso la educación por competencias, institucionalizada en la universidad, no debe ser entendida solo como el cúmulo de herramientas que se le debe dar al estudiante para el desempeño idóneo de una labor específica, ya que es mucho más, y tiene un alto componente teórico y ético.
El proceso de enseñanza y aprendizaje en la Usac requiere renovar o más bien poner a discusión, qué es lo que pretende la casa de estudios en la formación de los estudiantes que cada año tienen el privilegio de inscribirse.
Acorde a sus expectativas se espera que los estudiantes reciban una formación de calidad. El dilema que surge es si la universidad debe formar profesionales para el cambio o sencillamente egresar piezas que se acomoden al engranaje del sistema. Sin duda los fines, así como la visión y misión de la Usac son los que establecen las pautas a seguir. Enseñar simplemente a hacer o proporcionar la herramientas para poder pensar en qué hacer serán las alternativas. Al final, lo esencial es el aspecto ético de los egresados de esa universidad, ya que deben ejercer su profesión con apego a las normas institucionales. En este caso, un egresado que aprende a curar, a cómo construir una edificación, a litigar o hacer cumplir las leyes; o en las ciencias de la comunicación, a planificar una campaña, lo deben hacer sin faltar a las normas éticas que como seres humanos están obligados a cumplir.
Lo especializado de la formación, es decir el conocimiento teórico y práctico para desempeñar una determinada profesión, debe ir en concordancia con la función que, como miembros de una sociedad, están obligados a cumplir. En este caso, el carácter ético envuelve a su particular profesión; más allá de las competencias profesionales están las que como humanos se deben cumplir en resguardo del planeta.
No basta con aprender una técnica o disciplina, es necesario saber qué importancia tiene dentro de la sociedad. De ahí que, las competencias deben entenderse desde un enfoque sistémico como actuaciones integrales para resolver problemas del contexto inmediato con base en el proyecto ético de vida.
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