Para que surja una educación liberadora, debe existir la apertura al saber.
Toda enseñanza parte de saberes establecidos que deben ser compartidos por un docente. En tal sentido, su labor se hace necesaria. En dicho proceso es necesario tomar en cuenta que el qué tiene que ver con los contenidos de la asignatura a enseñar. En este caso el docente está obligado a conocer la materia, pero no significa repetir lo que los textos dicen, mucho menos poder mediarlos, sino problematizar su contenido y saber aplicarlos.
Está claro que el docente no lo sabe todo, pero como guía, tiene que saber los contenidos teóricos de lo que enseña. El cómo, en el proceso educativo, es la forma en que la enseñanza y el aprendizaje se llevan a cabo. Elementos didácticos en los que la metodología tradicional es reemplazada por la nueva. Tal metodología se aleja cada vez más del modelo en el que el docente se constituía en el ser que todo lo sabe y el estudiante el ignorante que solo debe absorber las enseñanzas.
Ahora se habla de la dialogicidad, de educación participativa, reflexiva y crítica. Pero ¿cómo llevar a cabo ese tipo de enseñanzas con estudiantes y docentes mitificados, influenciados por conocimientos inciertos, costumbres y tradiciones? Prisioneros de dogmas, en ellos la posibilidad de encontrar conocimientos conjuntos se ve disminuido.
Al contrario, para que surja una educación liberadora, al menos en ambos, debe existir la apertura al saber. Dentro de ese proceso, el docente está en el lugar que le corresponde porque tiene el control, de lo contrario no hay razón del por qué esté ahí. A la vez el discente debe ser un sujeto inquieto con ansias de saber y cuestionarlo todo.
El ser humano continuamente está aprendiendo, pero no solo para obtener resultados inmediatos, sino también mediatos y a largo plazo. Una cosa es que el sistema lo programe por medio de la educación domesticadora, a pretender resultados inmediatos, a siempre ganar, a competir, y otra que aprenda a no solo desempeñar una labor específica, sino también a interactuar para forjar una sociedad armónica.
Al hacerse de conocimientos y destrezas, no se trata de ser como el rinoceronte que avasalla a todos, mucho menos que el hacer pragmático sustituya al esencial. La educación tiene que ir en dos vías: la inmediata, o el aspecto técnico; y, a largo plazo, aprender en función del bienestar de la sociedad.
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