Tanto el burócrata que tiene deberes como el ciudadano que paga impuestos, deben ser un solo equipo que genere cambios sustanciales en el aparato del Estado.
En un país con ordenamiento institucional y democracia, es ideal y correcto que el ciudadano pida, exija y señale, pero también es prudente que participe, que proponga y denuncie, para que la administración del Estado de Guatemala, se mantenga con una constante auditoria social, que preocuparía al actor gubernamental permanente a funcionar según su mandato y sus responsabilidades, porque es fácil pedirle a los encargados de la seguridad que reduzcan el índice de criminalidad, que disminuya el consumo y venta de drogas, que los asaltos ya no se den en las calles y que los robos en viviendas terminen.
Eso es normal que se le pida a los entes encargados de la investigación auditable, penal y delictiva resultados inmediatos, porque el nivel de exigencias sube y baja según el cumplimiento de atribuciones. Lo que debemos entender es que se trata de problemas estructurales que no se terminan de un día para otro, que se necesita componer varias debilidades de arrastre, para que la sociedad no se extermine unos contra otros. El papel de las iglesias es importante para la conversión espiritual del guatemalteco, que también sería parte de los aportes que se tienen que dar para que entendamos que las responsabilidades son compartidas.
Es obligación de las dos partes vigilar, proponer y denunciar. Es decir, el trabajador debe cumplir su labor a cambio de un salario, el ciudadano debe contribuir con el pago de sus impuestos para que exista ese dinero necesario para cumplir con las cuotas individuales salariales, pero también es parte de los compromisos trabajar en equipo con la institucionalidad. Lograr armar una fuerza de apoyo ante la crisis social, política, económica y laboral. Es decir, que el compromiso o el deber ciudadano es de todos.
Los operadores del servicio público tienen la responsabilidad ante la población de ser eficientes y actuar con eficacia en cada uno de sus trabajos para que todo el aparato del Estado funcione como todos lo esperan, sin tropiezos, para adelante, con ritmo, velocidad, generando acciones que al final ofrezcan productos que satisfagan a los contribuyentes que son los que dan el dinero para el gasto de funcionamiento. Tanto el burócrata que tiene deberes como el ciudadano que paga impuestos, deben ser un solo equipo que genere cambios sustanciales en el aparato de Estado.
Así lo debemos entender. Cada vez que seamos testigos de una acción indebida del servidor público denunciemos, cada vez que seamos víctimas o testigos de acciones ilegales o delitos cometidos, revelemos lo que nos consta para que con facilidad los encargados de cumplir con el deber, vean iluminado el camino utilizado por los maleantes y se tengan las pruebas y evidencias necesarias para castigarlos como lo establece el marco legal que le da sustento a la democracia, pero no es correcto hacer justicia con sus propias manos, eso no es un deber ciudadano, tampoco es debido ocultar o colaborar con actos al margen de la ley, porque la complicidad también es delito.
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