En el cierre de su gira de cinco días por México, el papa Francisco partió ayer hacia El Vaticano después de oficiar una misa en Ciudad Juárez, donde hubo presencia de fieles en ambos lados de la frontera con Estados Unidos y en la cual abordó el problema migratorio.
Desde las primeras horas de la mañana, creyentes con banderines y camisetas que dicen: “Yo amo al Papa” empezaron a llegar a la explanada junto al Río Bravo, en la cual Francisco dirigió la ceremonia litúrgica transfronteriza.
El jefe de la Iglesia católica al visitar el Centro de Readaptación Social 3 de la localidad fronteriza con Estados Unidos, dijo: “A veces pareciera que las cárceles se proponen incapacitar a las personas y a seguir cometiendo delitos, más que promover los procesos de rehabilitación”, y agregó: “El problema de la seguridad no se agota solamente encarcelando”.
La mayoría de los migrantes que cruzan el río son centroamericanos que huyen de la violencia y la pobreza de sus países y se juegan la vida al atravesar México, donde son víctimas de extorsiones, secuestros, e incluso asesinatos, por parte del crimen organizado.
Después de lanzar mensajes duros contra el narcotráfico y la corrupción en su gira, el Obispo de Roma se enfocó en la dramática situación de los migrantes en un mensaje que tuvo eco en ambos lados de la frontera.
Cifra
Los organizadores de la actividad calcularon que hubo 200 mil personas en el acto religioso, en el lado de Ciudad Juárez, que fue retransmitido por pantalla gigante en un estadio de El Paso con capacidad para 51 mil asistentes.
Los feligreses llegaron con sombreros, garrafones de agua, almohadas, mantas y comida para pasar el día, ante las inclemencias del tiempo en este desierto, por donde cada año transitan migrantes que van en busca de un mejor futuro para sus familias.
“Yo viví por muchos años con miedo de que me fueran a agarrar, pero al final logré mi sueño, aunque siento que ya Estados Unidos sobrepasa las reglas separando a familias de migrantes” , dijo Conchita Somosa, una trabajadora social de 60 años que desde hace 16 es ciudadana estadounidense. Francisco también se reunió con trabajadores de las maquilas.
Al son de los mariachis
El papa Francisco fue despedido con mariachis en la Nunciatura Apostólica en la capital mexicana, luego de pasar su última noche en la Ciudad de México antes de partir a la frontera norte, donde concluyó la visita de cinco día a ese país.
Un grupo de músicos ingresó muy temprano a las instalaciones, en un acomodado barrio del sur de la capital, para cantarle una canción en privado al Obispo de Roma y tomarse una foto con él.
Momentos después Su Santidad salió a las puertas de la representación diplomática, donde saludó a las personas que desde la madrugada esperaron bajo el frío para verlo un momento y fotografiarlo.
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