A diario vemos ejemplos de cómo el éxito parece estar asociado a aspectos distintos a ser una buena persona.
“¿Quieres ser recordado como un gran hombre o un ganador?”, se pregunta el periodista inglés Adrian Durham, al analizar el caso del técnico chileno Manuel Pellegrini. “Se está convirtiendo en un intocable porque es una buena persona, un hombre agradable. No me mal interpreten, yo valoro ese tipo de cualidad, como una de las más importantes que un hombre puede tener. Sin embargo, en el contexto del futbol, es en gran medida irrelevante. Es cierto, ha tenido puestos de trabajo de élite, pero a menos que gane la Champions League, no será considerado un entrenador fundamental”.
La cosa no es menor y pone de manifiesto una suerte de contradicción vital, que va mucho más allá del futbol. ¿Gran hombre o ganador? Lo ideal, qué duda cabe, es ser ambos. Así, al menos fuimos educados, pero la realidad parece chocar con aquello. A diario vemos ejemplos de cómo el éxito parece estar asociado a aspectos más bien distintos a aquello. Están algunos más grises, como el que dice que un buen líder tiene que ser frío, directo y tomar decisiones que contradicen sus emociones más íntimas. Pero eso es la punta del iceberg. También están todos los casos donde el éxito aparece asociado a la trampa, al engaño, como muchos que hemos conocido. Y entonces la pregunta vuelve: ¿Buen hombre o ganador?
El punto es que no existen muchas alternativas. La idea de ser un buen hombre y perdedor, no parece gustarle a nadie. El caso de Pellegrini es ilustrador. Si gana, sus virtudes personales son destacadas y se convierte en héroe. Si pierde, nada de aquello sirve. Por eso también existen tipos como Mourinho, el exentrenador del Chelsea, alguien que ha convertido el ser desagradable en un estilo, y que también ha sido exitoso. No es raro que Mourinho tenga tanta odiosidad hacia Pellegrini. Son el agua y el aceite. Lo curioso es que ambos están fuera de sus clubes por no ganar.
Situaciones como la anterior se repiten a diario en todas partes. En la política, en las empresas, incluso en las organizaciones más nobles. Recordada es la frase del ex CEO de Walt Disney, Michael Eisner, quien cuando era criticado por la dureza de su liderazgo, replicaba: “si fuera agradable como los dibujos de Disney, estaríamos quebrados”. Así de simple.
A pesar de todo, el caso de Pellegrini sigue siendo un ejemplo alentador. Si bien no ha ganado la Champions League, infunde respeto, es querido. Ha llegado muy lejos, más que la mayoría. Y, pese a la fama, sigue siendo un tipo al que todos reconocen como una gran persona. Serio, profesional, de buen trato, que no se nubla con la fama.
Habrá que esperar quién ficha a los referidos archirrivales en la cancha y en estilo. Como de seguro ambos quedarán en buenos equipos, da la impresión de que el ser un buen hombre es una victoria personal, más que social. Pero lo que es más claro, es que seas como seas, ganar parece ser una condición básica.
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