Lo del Óscar está muy claro, es un mercado”, son sencillas palabras que ya permiten vislumbrar cómo concibe al séptimo arte el destacado actor argentino Ricardo Darín, ganador el sábado de su primer premio Goya en España, después de 3 nominaciones.
El otro cine
Obtuvo el galardón por el protagónico de un enfermo en fase terminal en Truman, dirigida por Cesc Gay, que también se alzó con las estatuillas de mejor intérprete de reparto, guion original, película y director. En la gala aprovechó para pedir “a los señores políticos”, que hicieran algo por la cultura antes de que se “quedaran dormidos”. Había repetido en la misma categoría en el certamen de San Sebastián en septiembre de 2015.
Creyente de que la alfombra roja no es sinónimo de calidad, siempre ha compartido libremente su aversión por Hollywood y Cannes. En una entrevista reciente, recordó que en 2002 compitiendo por los Premios de la Academia en Estados Unidos con El hijo de la novia, el ataque a las Torres Gemelas estaba muy fresco. “Todos tenían un tremendo nivel de paranoia encima. No sabés lo que era: no había quién te mirara a los ojos”, enfatizó. A pesar de la mala experiencia, el reconocido artista bonaerense admite que no es cuestión “ideológica” sino de criticar “la sensibilidad” que es casi imposible descubrir cuando se perciben los contrastes sociales en los Alpes franceses o en California. Por eso, dice, prefiere el festival de La Habana, en donde la gente sufre un “ataque de locura” por ver largometrajes.
Autodidacta
Nacido el 16 de enero de 1957, Darín se inició en 1980 en la televisión de su país, incursión que solo le granjeó la fama de “galán”. Según él, el punto de quiebre en su carrera, fue en la telenovela “Nosotros y los miedos” de 1982, un “programa que generaba polémica” y quiso ser censurado por la dictadura militar. Confiesa que no tiene instrucción académica, lo que le obligó a buscar de “dónde sacar información”, en un camino en el cual el “respeto es difícil de obtener”.
Entre sus filmes más aclamados están: Nueve reinas de 2001, realizada por Fabián Bielinsky y considerada una obra de “culto”; El aura de 2005, de nuevo con Bielinsky a la cabeza, y su papel “más complicado”; y en 2009, El secreto de sus ojos, que se llevó el Óscar un año después.
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